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“El deseo de Jacques Lacan: el psicoanálisis no es un esoterismo” (*)




El sujeto según Lacan: una apuesta ética

La compleja elaboración lacaniana de la noción de «sujeto» es inseparable de su retorno crítico al decir freudiano. Retorno que no sólo es “regreso” sino también “devolución”. La aportación lacaniana de la noción de sujeto al texto freudiano introduce una llave de lectura que conlleva una apuesta ética. ¿En qué sentido? Podríamos pensarlo del siguiente modo. La idea de sujeto es inseparable de la de Ley. El sujeto es sujeto de una Ley, la cual plantea derechos y obligaciones. La Ley que descubre la experiencia freudiana es la Ley del deseo del Otro. La apuesta ética del psicoanálisis al hablar de sujeto involucrará, entonces, hablar de responsabilidad en relación al deseo que lo atraviesa más allá del yo-conciente, tal como lo plantea Freud en “La responsabilidad moral por el contenido de los sueños” (1925). Cuando Lacan habla de sujeto, pues, subvierte así toda pretendida concepción que haga del ser-hablante un puro y simple “viviente” comandado por “instintos” o “necesidades naturales”, orden de cuestiones donde no cabría hablar de Ética, en tanto ésta es inseparable de un margen de indeterminación. Podríamos distinguir al paradigma lacaniano del paradigma de la “relación de objeto”, en el punto donde el sujeto es efecto del significante y no percipiens unificador de un Umwelt [medio ambiente] que le estaría predefinido y del cual él estaría destinado a “apropiarse”. La pre-definición del sujeto no es natural sino simbólica y alude a los significantes que lo sujetan, marcas englobantes cuya fijeza radica en lo tenaz de un goce que no por sufriente se quiere abandonar. Hablar de sujeto en un sentido simbólico, rompiendo así con la idea de un sujeto-amo que sabe lo que quiere y lo que es, convoca a pensar la clínica en relación a lo que desborda, precisamente, a esa sobredeterminación significante. El real del psicoanálisis será, entonces, justamente hacia donde orientar la cura. Pero, ¿de qué se trata ese real? ¿cómo podemos pensarlo?

El real del psicoanálisis: lo perecedero

Vergänglichkeit [Lo perecedero] es el término con Freud intitula un escrito del año 1915 en donde nos comenta respecto de cierto paseo dado junto a Lou Andreas Salomé y Rilke. Allí conversan respecto del “valor de los objetos” en relación a su naturaleza perecedera, transitoria, efímera. El poeta, nostálgico, no puede disfrutar del objeto precisamente por dicha caducidad irreparable, semejante al neurótico que retiene lo faltante - en lo simbólico -  en el fantasma, plusgozando al identificarse con dicha falta tomada por objeto, obteniendo así una «desgracia en ser» que lo inhibe en lo tocante a todo acto posible. En cambio, Freud sostiene que algo puede faltar y que la índole mortal, efímera, transitoria de las cosas acrecienta su valor. Allí, la Naturaleza, la Madre Naturaleza, es el Otro y la posición freudiana apunta directamente a su castración. La castración le da valor a las cosas, desde su perspectiva, en tanto el hecho de que perezcan, de que no sean entes platónicos inmutables, ideales, eternos, le posibilita al sujeto hacer con esas cosas, transformarlas y transformar-se, devenir con ellas. Por esto mismo, Jacques Lacan conectará la relación de objeto en Freud no con Platón sino con Kierkegaard. La repetición kierkegaardiana nos habla de un encuentro total imposible, errátil, o sea, habla de una armonía no recuperable con la vivencia, a diferencia de la reminiscencia platónica donde el objeto, como pre-formado, espera al sujeto en el desarrollo de su “maduración”. Dirá Freud en “Múltiple interés del psicoanálisis” (1913): “El extravío temporal de objetos no es, por lo común, sino la realización inconsciente del deseo de verlos desaparecer, y su rotura, la de sustituirlos por otros mejores.” Librarse de algo que sobra, «deseo de separación» [detàchement], ceder cierto goce para recuperarlo en la “escala inversa del deseo”. Lo real del psicoanálisis, por consiguiente, debe ser ubicado a propósito de la causa del deseo del Otro. Lo real del psicoanálisis es el deseo del Otro en tanto tal y es hacia allí hacia donde se dirige la cura: el “horizonte deshabitado del ser”.     

Lacan: antihumanista – antiesencialista – antimetafísico

Dice Jacques Lacan en “La ciencia y la verdad”: “Una cosa es segura: si el sujeto está efectivamente allí, en el nudo de la diferencia, toda referencia humanista se hace superflua, puesto que es a ella a la que le cierra el camino.” Asimismo, leemos en el Seminario 3: “¿Qué enseña pues Freud el filósofo? (…) Es fundamentalmente anti-humanista, en la medida en que el en el humanismo existe ese romanticismo que quiere hacer del espíritu la flor de la vida.” Lo humano para el psicoanálisis es ficción que hace a la creencia en una “esencia” humana, rechazando así lo que la clínica enseña, que el sujeto es un efecto del significante. Lo humano es siempre pensado desde algún ideal subrepticio que lo delimita a piacere. Llevo la cura hacia donde yo estimo que debe acercarse el analizante en tanto “humano”. Humanamente el nazismo arrasó con la diferencia en pos de un Ideal cuya eficacia simbólica hizo de los sujetos objetos imaginarios destinados a lo peor del goce del Hombre. Lacan preserva la máquina al pensar en la “autonomía de la dimensión dialéctica” en tanto allí hay traza de un sujeto que está abierto al devenir, sujeto en su abertura – porque más allá del lenguaje puede haber palabra. En el Hombre lo natural queda obliterado por el hecho de la demanda, siendo el resto de dicha alienación algo a lo que llamamos deseo, negación de la negación primitiva de la necesidad, margen de indeterminación en el Otro que posibilitará eventualmente un despliegue subjetivo, más allá de toda esencia y/o sustancia entificante. Ex-sistencia heideggeriana que pensamos como falta-en-ser con Jacques Lacan. Pero, ¿de qué se trata esa falta-en-ser? Dice Lacan respecto del ser: “… el ser, una vez que existe el psicoanálisis, sólo puede salir del acto psicoanalítico como un ser sin esencia, como son sin esencia todos los objetos a.” Ser de falta, ser sin esencia que todos somos en tanto objetos causa del deseo del Otro. El antiesencialismo lacaniano debe pensarse, pues, allí donde el pequeño objeto a no es más que suplencia respecto de la “relación sexual” que no existe. No hay relación sexual implica que no hay “Otro del Otro”, ni “Goce Todo”, ni “Soberano Bien”, ni “Bien Universal”, cuestiones que lo llevarán posteriormente a Lacan a subvertir su propia teoría del Lenguaje como Universal al postular la cuestión de lalengua en tanto singular para cada hablanteser. El 10 de Abril de 1973 Lacan indicará: “Cuando escribo lalengua en una sola palabra, dejo ver lo que me distingue del Estructuralismo…” El asunto de cada quien, la particularidad de cada sujeción y tortura por el lenguaje. El inconsciente, aparece así, como “un saber, una habilidad, un savoir-faire con lalengua”, los recursos subjetivos destinados a sortear esa alienación primitiva.  Lalengua, vinculada a la negación del cuantor universal en tanto no-todo, rompe la creencia en la universalidad del lenguaje, en el universo de discurso, posición cercana al idealismo que Platón introduce con su “segunda navegación”. La antimetafísica lacaniana se inscribe así al destacar el una lalengua plenamente solidaria con el una mujer que interpela y angustia al obsesivo en su fantasma de universalidad femenina (“la mujeres son todas iguales”).   
Para finalizar, simplemente, quisiera transcribir unas bellas palabras del Dr. Lacan en referencia al espíritu de su propia enseñanza: “Pasearse no es una mala forma de saber dónde está uno es un espacio dado. Pero en lo que a mí se refiere, se trata de enseñarles a imaginar la topografía de un campo fuera de los itinerarios ya recorridos. Puede volver uno sin darse cuenta al punto de partida. Por otra parte, cuando estás en un lugar tan familiar y además perfectamente autónomo como tu cuarto de baño, no se te suele ocurrir que si hicieras un agujero en la pared, te encontrarías en el primer piso de la librería de al lado, y que todos los días, mientras estás en el baño, en la librería de al lado siguen trabajando, al alcance de tu mano. Entonces, dicen: “¡Qué metafísico, ese condenado Lacan!”   

(*) Trabajo presentado en la Jornada “RSI”  de la Materia "Psicoanálisis: Escuela Francesa", Cátedra I – Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires. Septiembre, Año 2012.
 

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