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Coloquio 2022. La otra escena de la modernidad.

 


Para comenzar con el coloquio de este año, quisiera citar algunas reflexiones extraídas del Diario Tiempo Argentino que me servirán de disparador para articular algunos de los conceptos psicoanalíticos y de lxs autores que trabajamos este año. El primer periodista citado dice:

“La primera Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) realizada fuera de Estados Unidos se inauguró el 18 de noviembre en Ciudad de México, bajo el lema «Dios patria y familia». Fue cerrada al día siguiente con golpes en el pecho, rosarios bendecidos, rezos y vivas a Cristo Rey. En dos jornadas, la franquicia latinoamericana de la Unión Conservadora Estadounidense vio pasar en vivo y en directo o en forma virtual a lo más selecto de la ultraderecha global, y gracias a la ofensiva de la Iglesia Católica local se radicalizó y encontró un objetivo a golpear con el mejor fervor antidemocrático: el presidente progresista Andrés Manuel López Obrador. El encuentro en el Hotel Westin de Santa Fe, una zona rica de la capital, fue una imponente muestra de opulencia. (…) Para que los lectores se hagan una inmediata composición de lugar, sin necesidad de entrar en mayores detalles, basta con citar algunos de los más refulgentes fascistas que estuvieron en el cónclave, una larga lista de reconocidos enemigos de los DD HH y las libertades. En persona o por Zoom dieron línea Donald Trump; el argentino Javier Milei; el expresidente de Polonia Lech Walesa; Santiago Abascal, el jefe del español Vox; los hijos de Jair Bolsonaro; el dictador guatemalteco Alejandro Giammattei; el presidenciable chileno José Antonio Kast; Steve Bannon, «pensador» de Trump; y una larga lista de etcéteras a sueldo entre los que estuvo el senador norteamericano Ted Cruz, uno de los más recalcitrantes enemigos de Cuba.”  Andrés Gaudin

El segundo periodista comenta:

“Esta extrema derecha recupera al racismo, que es aplicado contra los inmigrantes en los países del norte, y contra los pueblos originarios en los países del sur. Siempre debe existir una amenaza «exterior». La amenaza «interior», indispensable para este nuevo relato, es el comunismo (aunque cueste creerlo…), o cualquier otra forma de organización social de carácter colectivo. (…) Como funciona en base a absolutos, practican un cientificismo y una religiosidad particulares. Para el cientificismo, han elegido en materia económica la escuela austríaca, aquella que postula que todo debe ser monetizado y mercantilizado, hasta el aire si fuera posible. De allí una postura anti-estatista a ultranza. Otro absoluto es la voz de Dios, transmitida por católicos tradicionalistas y pastores evangelistas, aquellos alertan sobre la caída moral, estos expresan la primacía del individuo y la omnipresencia del pecado. Representan el anti-igualitarismo.” (Eric Calcagno)

Este es el contexto con el que nos encontramos los ciudadanos latinoamericanos hoy. Para quienes en tanto artistas y/o psicoanalistas nos posicionamos del lado del pensamiento crítico, ecologista, feminista y decolonial (lo que equivale a decir anti-moderno), el panorama tiene una tonalidad preocupante que deberíamos aprender a no subestimar. Esto nos enseña el psicoanálisis: al goce no se lo subestima y la ultraderecha en avance tiene una relación complicada con el goce y mucho más complicada con la abstinencia. Nos encontramos con un contexto generalizado donde el límite está cada vez más debilitado. No hay situaciones sociales que no den cuenta de esto que afirmo. En los ámbitos laborales, a nivel familiar, educativo o en los lazos sexo-afectivos asistimos a un espectáculo desregulado. “Todo vale”, esta sería en resumen la fórmula del éxito posmoderno. Supuestamente, en esta suerte de hobbesianismo renovado, convertirse en el lobo del otre aseguraría un triunfo implacable sin coste alguno. Esa es la ideología actual: cualquier cosa es posible, no hay consecuencias, no se paga ningún precio. Y esto no solamente afecta a les jóvenes como quisiera creerse.

El contexto, como veíamos, es rancio. La derecha, es decir, los fascistas fomentadores del pensamiento único, o sea, del no-pensamiento, tienen poderosas herramientas de persuasión. El marketing, la publicidad, los medios masivos de comunicación, las redes sociales, etc. El sistema tiene canales harto eficaces de producción de sentido y de reproducción del status quo. El sistema sabe a qué aspecto del sujeto dirigirse para entrar más rápida y eficazmente en su psiquismo. El sistema apunta directamente al superyó. ¿Cómo? A través de la venta de espejitos de colores. La colonización mental es constante como el empuje de la pulsión, siempre “de muerte”. Escuchando varias obras para órgano de Bach en el CCK me interrogaba por el masoquismo de casi todes les allí presentes que, una hermosa tarde primaveral, nos encerramos a oscuras para oír melodías y a un instrumento extremadamente eurocentrados, de un barroquismo rayano en lo unheimlich. En un momento, creí estar dentro de una sala de torturas. El sonido del órgano y las melodías de Bach, nacido en el Sacro Imperio Romano Germano en el Siglo XVII, fue una de las cosas más alejadas y menos latinoamericanas que escuché en mi vida. Pero, el sentido común manda, se suponía que eso debía agradarnos. Había que poner cara de circunstancias y tragarse la mierda con alegría. Sinceramente, no sé cómo aguanté hasta el final, quizá para intentar auto-convencerme de que el equivocado era yo. Así es como funciona a pequeña y gran escala la negación. Uno comienza dudando de su propia intuición, uno comienza a ponerse racionalista a ultranza y desconfía de su sentipensar, de sus sensaciones… ¡pero el cuerpo nunca miente! La que engaña es la razón, el intelecto, el yo.

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El género fantástico se caracteriza por un significante caro a les psicoanalistas. Me refiero al término vacilación. Para poder pensar que estamos dentro del género fantástico algo de la realidad del protagonista tiene que vacilar. El psicoanálisis hizo históricamente vacilar a la realidad “objetiva” de los científicos positivistas. Cada análisis hace vacilar el fantasma del sujeto neurótico puesto que solamente así puede haber una genuina transformación de su posición ética con relación al goce y al deseo. Como dice la protagonista de la novela El declive del escritor japonés Osamu Dazai, luego de que por su culpa se incendiara el baño de la nueva casa que habitaba junto a la madre en una aldea nipona y casi se incendiase la aldea entera:

“Es como si Dios me hubiera matado y no me hubiera devuelto la vida hasta después de haberme convertido en una persona diferente.”

Hay acontecimientos en la vida de un sujeto que marcan un antes y un después. Omitirlos, pasarlos por arriba, creer que todo es un continuo y que no hay cortes, rupturas, saltos, discontinuidades es tomar una postura reaccionaria que generalmente se traslada a lo social. Es decir, desde lo social al sujeto le llegan constantes influencias, pero él también incide en la trama. Puede elegir cómo, de hecho. El sujeto puede decidir qué aporte hará, durante el lapso y el contexto en los que se desarrolla su existencia, a la comunidad que lo rodea. Esas aportaciones pueden ser del orden de lo constructivo, de lo subjetivante, de aquello que nos pone en movimiento haciéndonos pensar, actuar, soñar, desear, etc. O bien, esos aportes pueden ir más por la vía de lo mortífero. Lo mortífero se disfraza de lazo porque ofrece un espejo o pantalla en los cuales se reflejan todos los ideales inconscientes del sujeto. Pueden ser el poder, el saber, el dinero, la belleza, etc. Pero, en el fondo, lo mortífero es puro autoerotismo.

En la contemporaneidad, donde todo se muestra y se da a ver, goce voyerista y exhibicionista extremos, la falta de cuidado de sí mismo y la exposición están a la orden del día. Se trata del intento posmoderno de suturar al Otro, de darle la tan anhelada consistencia. Miles y miles de cámaras y de micrófonos por doquier (pensemos en los teléfonos celulares) que pretenden capturarlo todo y reproducirlo infinitamente, hasta el hartazgo. No nos alcanza con ver una sola vez tal o cual imagen o video de Instagram, Facebook o YouTube. Necesitamos verlo hasta el cansancio. También, se nos impone la demanda de “compartir” nuestra vida personal, íntima. Nos exhortan a mostrarnos obscenamente. Ahora bien, ¿acaso esto contribuye a la realización subjetiva? ¿O, más bien, apunta a la consolidación narcisista con todo lo que esta implica de paranoica y de agresiva?   

Sin restos en el campo del Saber, la subjetividad se entrega trágicamente a su propia ruina, porque la causa misma del sujeto, en tanto perdida, implica al no-saber como tal… qué habré sido en el deseo del Otro, futuro anterior que abre la puerta del enigma, que habilita al misterio de la existencia y a la lógica de la pregunta. Volviendo a citar a Osamu Dazai en su novela El declive:

“El otro día, mientras reflexionaba, me pregunté cuál era la principal diferencia entre el ser humano y el resto de los animales. Como seres humanos dominamos el lenguaje, la inteligencia, la capacidad de raciocinio y el orden social, pero son características que el resto de animales también poseen en mayor o menor medida. Incluso puede que los animales también tengan fe. Aunque el hombre se vanaglorie de ser el rey de la creación, no parece albergar ninguna diferencia sustancial con los demás animales, ¿verdad? A mí solo se me ocurre una. ¿Sabes de qué se trata? Es el único rasgo distintivo del ser humano: la capacidad de tener secretos. ¿Lo comprendes?”

Este año, recorrido del Seminario y de la vida misma mediante, aprendí la importancia del silencio, del no, del corte y redescubrí la imposibilidad de decirlo todo. Hay límites, siempre, aunque nos quieran hacer creer que “todo es posible” y que siempre “hay que ir por más”, “no acobardarse”, etc., etc., etc.

Sustraerse del fantasma a tiempo siempre es vivificante.

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