
Retomamos nuestra comunicación relativa al Grupo de Los Viernes, "Edipo, angustia e inconsciente." A continuación, algunas puntuaciones hechas en función de lo trabajado el último encuentro.
Durante la reunión del último viernes (15-4-2011), trabajamos una vez más la clase II (“Las tres formas de la falta”) del Seminario lacaniano número 4: “La relación del objeto”. Antes de continuar la lectura, se planteó nuevamente la necesidad de tener presente la temática que se trata de abordar en este grupo y se dijo que, supuestamente, la misma ha de tener una relación con la clínica del psicoanálisis. Supuestamente, en efecto, dado que la relación no se presenta como indiscutible sino desde una óptica compartida: la del sentido común analítico, precisamente. Empero, allende el mismo, el sentido analítico propiamente dicho. Entonces, surge la pregunta acerca de qué quiere decir esto, esta oposición y diferencia (entre sentido común analítico y sentido analítico). Lo que de común se inscribe en el discurso del psicoanálisis no hace al discurso del psicoanálisis en tanto tal, puesto que este implica una ruptura decisiva con lo típico, lo común. En relación a esto se retoma la diferencia entre lo "típico" y lo estructural. Se plantea una referencia a la “Interpretación de los Sueños” y al modo en que S. Freud concibe dicha tarea, la de la interpretación. En el inconsciente se trata de lo particular de cada cual. Se destaca lo interesante de la propuesta lacaniana en lo respectivo a la distinción significante – significado. Repensando lo antedicho, es decir, el lugar desde dónde parte la discusión, se sitúa claramente una apuesta, la apuesta del grupo: dicha conexión (“clínica psicoanalítica” --- “Edipo, angustia e inconsciente”) será a elucidar, a pensar y repensar, a debatir, a construir y deconstruir, a dialogar, a cuestionar.
El psicoanálisis es el despliegue de la pregunta acerca de cómo se sale de lo común. En este sentido, la posibilidad de que el grupo sea creativo no depende sino de la implicancia de sus actores en lo atinente a la toma de la palabra, en la medida de que la misma transforma a quien la pronuncia (qué se le ocurre y qué le ocurre al grupo). Los dichos se plantean como una dimensión de suma importancia pero, en sentido estricto, no es de la doctrina que nace la cura. La cura, en tanto que puesta en juego del deseo y dialectización de un goce pertubador (umheimlich) sólo es pensable como más allá de lo articulado articulable, es decir, de lo actualmente articulado: “… para poder producir, hay que poder equivocar esa dimensión.” En otros términos, no hay lectura sino en singular y el ideal epistémico de formación sin resto - y, consecuentemente, sin sujeto - no es para nada interesante en psicoanálisis, por su falsedad.
Ahora bien, una vez iniciada la lectura propiamente dicha de la clase en cuestión, surge la referencia lacaniana a la configuración lógica de la neurosis obsesiva: actor que se hace el muerto para ponerse a salvo de la muerte. Parecen haber dos muertes. Se plantea una remitencia a otro Seminario, el 3 (dedicado a Las psicosis) en el cual Lacan concibe la neurosis histérica en cuanto que pregunta por la mujer y la pregunta obsesiva ligada a la muerte. Así como la histérica responde con su yo a la falta de ser constitutiva de la femineidad, el obsesivo se asesina a sí mismo (obtura su falta-en-ser, condición de su subjetividad deseante) en lo imaginario del yo, allí donde narcisismo se torna una campo objetal signado por la agresividad y la confusión con los distintos actores de su escena cotidiana (velo de la pregunta acerca de qué quiere él como sujeto historizado). Se presenta la dimensión del objeto como sumamente compleja. ¿De qué objeto se trata? El objeto ¿es real o es imaginario? “… cuanto más nos aproximamos a la realización de la relación dual, más aparece en primer plano ese objeto imaginario llamado el falo.” Surgen así, en función de la lectura concreta del Seminario de Lacan, una catarata de preguntas nuevas: acerca de estatuto del falo, del objeto, los registros, el sí mismo del sujeto, qué valor tiene un hijo para una madre, qué es ser una mujer, cuál es el goce de la mujer y si es reductible o no a la lógica del falo. Se ubica una diferencia entre la inexistencia de la relación de objeto y el hecho de que la misma sea imaginaria. Lo imaginario en la estructura y su lugar en la relación analítica.
(Grupo de los Viernes: "Edipo, angustia e inconsciente", Año 2011)
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