
[Comentario sobre "Lo perecedero" de S. Freud - 1915]
"En primer lugar, mi elección de este texto de Freud se debe a que es un texto muy interesante, ya que describe personas preocupadas por el perecimiento del esplendor de la naturaleza. Sin embargo, sostiene que hay dos tendencias psíquicas al respecto: la negativa y la rebelde. Una lleva a ver al amargado hastío del mundo que sentía el joven poeta; la otra, a la rebeldía contra esa fatalidad.
También sostiene que esta característica de lo perecedero le da un valor de rareza en el tiempo, porque las menores posibilidades de gozarlo lo tornan más precioso. Pero el valor de lo bello y perfecto es importante solo para nuestra percepción. No es necesario que estas cualidades sobrevivan en el tiempo.
Freud concluyó que la rebelión psíquica contra la aflicción, contra el duelo por lo que se perdió, dañó el goce de lo bello. Explica que estas personas sintieron inhibido su goce por lo bello, por la pérdida de algo amado o admirado.
Y luego compara esta situación con la capacidad amorosa, llamada libido. Si los objetos admirados son destruidos o si son perdidos, nuestra capacidad amorosa (libido) vuelve a quedar en libertad, y podemos tomar otros objetos para suistituirlo, o retornar transitoriamente al yo. Pero, llamativamente, Freud no encuentra explicación al porqué es un proceso tan doloroso este desprendimiento, el duelo.
Posteriormente, trata sobre la guerra. Dice que enlodó su excelsa ecuanimidad científica, y mostró en cruda desnudez su vida instintiva.
Detalla que la guerra les quitó tanto de lo que amaban y demostró la caducidad de muchas situaciones y objetos que creían estable. Sostiene que no es raro que la libido de las personas afectadas, que quedó tan empobrecida de objetos, ocupó con mayor intensidad los objetos que si les quedaron: amor a la patria, cariño por los suyos y el orgullo que les inspira lo que poseen en común.
Concluye Freud, que el duelo, por más doloroso que sea, se consume espontáneamente. Una vez que éste haya renunciado a todo lo perdido, se habrá agotado por sí mismo, y nuestra libido quedará nuevamente en libertad de sustituir los objetos perdidos por otros nuevos, posiblemente tanto o más valiosos que aquellos, siempre que aún la persona sea lo suficientemente joven y conservando su vitalidad.
Una vez superado el duelo, se vuelve a construir todo lo que la guerra ha destruido, quizá en terreno más firme y con mayor perennidad.
Con respecto al grupo de los viernes, quiero resaltar que es un espacio donde decimos lo que pensamos y reflexionamos, indagamos sobre los textos y autores. No tiene la presión de una materia que forma parte del programa de la carrera universitaria, y de esta forma se obtienen otro tipo de conclusiones, en forma abierta y amena.
En cuanto a mis compañeros, estoy muy contenta por haber compartido este espacio de lectura, ya que he aprendido muchísimo con ellos, compartiendo ideas y pensamientos, participando en discrepancias y llegando a una conclusión general. Es un grupo con un objetivo claro, propuesto y definido.
Con respecto al coordinador, Luis, lo considero un maestro, porque como detalla, Colette Soler en su obra “El psicoanalista y su institución”, un maestro es aquel capaz de guiar por una enseñanza. Siempre con paciencia y sabiduría, nos ayuda a encontrar el camino para que nosotros mismos podamos arribar a la conclusión más adecuada.
Estoy muy agradecida por todos los hermosos momentos que pasé en compañía de todo el grupo a lo largo del año."
También sostiene que esta característica de lo perecedero le da un valor de rareza en el tiempo, porque las menores posibilidades de gozarlo lo tornan más precioso. Pero el valor de lo bello y perfecto es importante solo para nuestra percepción. No es necesario que estas cualidades sobrevivan en el tiempo.
Freud concluyó que la rebelión psíquica contra la aflicción, contra el duelo por lo que se perdió, dañó el goce de lo bello. Explica que estas personas sintieron inhibido su goce por lo bello, por la pérdida de algo amado o admirado.
Y luego compara esta situación con la capacidad amorosa, llamada libido. Si los objetos admirados son destruidos o si son perdidos, nuestra capacidad amorosa (libido) vuelve a quedar en libertad, y podemos tomar otros objetos para suistituirlo, o retornar transitoriamente al yo. Pero, llamativamente, Freud no encuentra explicación al porqué es un proceso tan doloroso este desprendimiento, el duelo.
Posteriormente, trata sobre la guerra. Dice que enlodó su excelsa ecuanimidad científica, y mostró en cruda desnudez su vida instintiva.
Detalla que la guerra les quitó tanto de lo que amaban y demostró la caducidad de muchas situaciones y objetos que creían estable. Sostiene que no es raro que la libido de las personas afectadas, que quedó tan empobrecida de objetos, ocupó con mayor intensidad los objetos que si les quedaron: amor a la patria, cariño por los suyos y el orgullo que les inspira lo que poseen en común.
Concluye Freud, que el duelo, por más doloroso que sea, se consume espontáneamente. Una vez que éste haya renunciado a todo lo perdido, se habrá agotado por sí mismo, y nuestra libido quedará nuevamente en libertad de sustituir los objetos perdidos por otros nuevos, posiblemente tanto o más valiosos que aquellos, siempre que aún la persona sea lo suficientemente joven y conservando su vitalidad.
Una vez superado el duelo, se vuelve a construir todo lo que la guerra ha destruido, quizá en terreno más firme y con mayor perennidad.
Con respecto al grupo de los viernes, quiero resaltar que es un espacio donde decimos lo que pensamos y reflexionamos, indagamos sobre los textos y autores. No tiene la presión de una materia que forma parte del programa de la carrera universitaria, y de esta forma se obtienen otro tipo de conclusiones, en forma abierta y amena.
En cuanto a mis compañeros, estoy muy contenta por haber compartido este espacio de lectura, ya que he aprendido muchísimo con ellos, compartiendo ideas y pensamientos, participando en discrepancias y llegando a una conclusión general. Es un grupo con un objetivo claro, propuesto y definido.
Con respecto al coordinador, Luis, lo considero un maestro, porque como detalla, Colette Soler en su obra “El psicoanalista y su institución”, un maestro es aquel capaz de guiar por una enseñanza. Siempre con paciencia y sabiduría, nos ayuda a encontrar el camino para que nosotros mismos podamos arribar a la conclusión más adecuada.
Estoy muy agradecida por todos los hermosos momentos que pasé en compañía de todo el grupo a lo largo del año."
(Ponencia presentada por participante del Grupo de los Viernes. La imagen corresponde a Vladimir Kush)
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