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En el capítulo “Secuencia de una lógica”, del libro del analista argentino Daniel Mutchinick El saber de la herejía, el autor extrae algunas conclusiones en relación a la negación dentro de la práctica psicoanalítica. Primero, lo que él llama el papel agitador de la misma, por cuanto apunta a un doble lugar; o bien, escinde al sujeto de cierto ser, o bien, lo distancia de tal atributo. La negación es aquello que permite separar una cosa de otra. Es decir, introduce la discontinuidad y la diferencia. En segundo lugar, el autor señala la virtud de la negación en tanto permite anotar la ausencia. En su perspectiva, Lacan sacará provecho al máximo de esta particular función lógica que es el negar, hablándonos de una negación creadora. Nótese, claramente, el espíritu hegeliano de su formulación. Efectivamente, hay una etapa muy dialéctica en Lacan, así es como entiende la progresión de una cura. Pero, a la vez, heideggeriana: “… la muerte nos aporta la cuestión de lo que niega el discurso, pero también la de saber si es ella la que introduce en él la negación. Pues la negatividad del discurso, en cuanto que hace ser en él lo que no es, nos remite a la cuestión de saber lo que el no-ser, que se manifiesta en el orden simbólico, debe a la realidad de la muerte” (LACAN, Introducción al comentario de Jean Hyppolite sobre la Verneinung de Freud, 1954, P. 360). Siguiendo este razonamiento, podríamos conjeturar que si Freud sostenía que en el inconsciente no hay representación de la muerte, esto se deba tal vez al hecho de que allí tampoco hay - otra aseveración freudiana - negación: pero la inversa no es menos válida. O sea, tal vez allí falle la negación por el hecho de que la muerte – y su poder - no llega a inscribirse. Negando la negación, diremos, ese punto de imposibilidad que no cesa de no escribirse, apelación lacaniana mediante a la lógica modal aristotélica.
Lo imposible, en nuestro campo, tiene varios nombres: LA Mujer, la relación sexual, el goce todo. También, lo Real. Lo que no se sostiene sino, justamente, más que dejándose fallidamente negar, es decir, reprimir como modo de no-saber sabiendo nada de la cosa traumática. Porque el inconsciente es un saber no sabido y el fantasma una escena que sostiene al sujeto frente al agujero. La subjetividad ya es una defensa frente al gozo mortífero, el sujeto del inconsciente-lenguaje ya es una resistencia al capricho del Gran Otro del que depende para ser, más no para existir. Si el Otro me da la esencia, no me garantiza la existencia (esta afirmación no es aplicable al serhablante que se ubica del lado femenino del cuadro de las fórmulas de la sexuación, puesto que allí, por el contrario, sólo está garantizada la existencia de un goce-Otro, excedente al del significante fálico, mas por ello mismo falta toda sustancia; por último, el sujeto psicótico pierde ser y existencia al no ingresar al mundo donde sólo eso es posible y que es el del Complejo de Edipo freudiano). Ese esencialismo es significante y esa existencia es dialógica. El primer efecto del NO dirigido enunciativamente a la demanda del Otro, es el deseo. La demanda es la negación de la necesidad; el deseo es la negación de la negación.
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Aterrizando de un sopetón a nuestra realidad contemporánea, nos encontramos con una coyuntura política donde el 51% de la población, o al menos del electorado, ha elegido “el cambio”, es decir, situar un voto antitético – inclusive con la connotación de castigo – al proyecto nacional y popular que gobernó durante 12 años, desde el 2003 hasta el 2015, nuestra República Argentina. Ganó la negación, y acaso también el negacionismo, que ya es otra cosa, vinculada a lo Freud define como mecanismo perverso y que es la Verleugnung en tanto renegación: negar que se niega. El Supremo de Buenos Aires pasó a ser el Supremo de la Argentina (FEINMANN, 2014, p. 338). Este Pequeño Rey, hijo del miedo, gestor y gerenciador del Macricidio, especie de Isidoro Cañones del Siglo XXI viene a garantizar el siglo de las OBLIGACIONES y no ya del “curro de los derechos humanos”. Ya aprendimos la lección, sabemos de la importancia de que el Estado no se exceda en su función de control y resguardo del establishment, pero ahora llegó el momento de administrar racionalmente esa defensa de la sociedad de bien(es), de la propiedad priva(tiza)da, del libre – y anárquico – mercado. Porque estamos en el capitalismo financiero, mercantil, no ya en el empresarial, ni mucho menos en uno estatista. Demasiados derechos para el pueblo, terminan por generar vagos y parásitos. Hay que insistir: este es el siglo de las Obligaciones. Hay que recordarle al esclavo que es un esclavo, al obrero que es un obrero, al pobre que es un pobre. Es el SIGLO del superyó, sin más. Para eso lo votó la gente, manipulada o no, esta elección fue verdaderamente un castigar, pero entiéndase bien, un castigarse-a-sí-mismo. Mientras tanto, las potencias del Norte y toda su maquinaria bélico-comunicacional descorchan champagne (sin pizza) frente al avance obsceno de los neoliberales. El homo terrorista imperial o, más lacanianamente, el sujeto supuesto imperialista – que no es “alguien” sino un Sistema -, festeja la victoria del Consenso de Washington en su patio trasero. Mientras tanto, los pueblos latinoamericanos, vemos lentamente cómo nuestras ganancias y reivindicaciones históricas se van deteriorando o directamente se arrasan. No creo que sea escuchando a Jacques Allain Miller, que sería algo así como el López Rega del Lacan-Perón, que los psicoanalistas de estos lares podamos concebir y comprender qué es lo que está sucediendo aquí y ahora, porque nadie mejor que nosotros conoce nuestra historia y sí allá había que defender a Macrón a sabiendas de la estupidez de tal elección, acá no había otra chance que Scioli.
No había que negar (antítesis) la afirmación (tesis) nacional y popular que se venía sosteniendo. Hegemonía fallida, ¿por qué no habría de serlo?, pero proyecto identitario, soberano y plural, al fin. Que cada cual lea el discurso de apertura de las Sesiones Ordinarias del Congreso de la Nación del 1° de Marzo de 2015, si quiere enterarse un poquito al menos de lo que estuvo pasando por acá la última década. Yo entiendo que las Conferencias porteñas tienen una edición mejor, que leer a un francés, garpa, pero ¡por favor! No seamos tan colonizados de mente. Abramos los ojos de una buena vez ante el Leviatán que nos quiere convertir en hienas, los unos de los otros.
Resumiendo, y dado que además de psicoanalista, quien escribe es un CIUDADANO, por favor, tengamos el coraje de negar la negación. Hegel, Lacan pero, sobre todo, muchos argentinos (y también hermanos, paraguayos, bolivianos, venezolanos, peruanos, uruguayos, ecuatorianos, chinos, coreanos, colombianos y chilenos, porque este País siempre aspiró a ser una PATRIA GRANDE) que hoy se quedan sin trabajo, sin subsidios, sin educación y sin salud, nos lo agradecerán. Votemos con pensamiento crítico, el último recurso que nos queda ante la osadía del Nuevo Amo.
Buenos Aires, Octubre de 2017.
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