
“En un psicoanálisis, en efecto, el sujeto, hablando con propiedad, se constituye por un discurso donde la mera presencia del psicoanalista aporta, antes de toda intervención la dimensión del diálogo.” ( J. L. 1951).
La dimensión dialéctica lo que nos permite es, ante todo, dialogar. Se destaca, en el inicio del encuentro, lo discutible de las afirmaciones generales que se plantean en el campo psicoanalítico, los desarrollos de verdad que en tanto tales son pasibles de ser invertidos dialécticamente. Se diferencia entre inversiones dialécticas y rectificación subjetiva en tanto está se presenta como siendo, en el mejor de los casos, su consecuencia. “Ahí [en ese texto lacaniano que es “Intervención sobre la transferencia”] hay una lógica. Una manera de formalizar el dispositivo analítico.” Giros lingüísticos, “algo que tienda a romper lo instituido”, cuestionamientos de la posición del sujeto como hablante: ¿Desde dónde se dice lo que se dice?
Se trata de una lógica original del psicoanálisis: una puntuación puede dar lugar a algo absolutamente nuevo, diferente, que no se esperaba. ¿Estaba allí o efecto de creación? Se trae aquí a la clase XIX del Seminario 2, “Introducción del Gran Otro”, en donde la dimensión genuina de la respuesta queda ligada a la sorpresa. Se ubica la fijeza a ciertos significantes en la neurosis y se plantea que la misma está estructurada en términos de una ortodoxia lingüística. Se hace énfasis en la importancia de romper con dicha ortodoxia no sólo como analistas, sesión a sesión, sino en nuestra formación. En relación a esto se toma un artículo de actualidad de la analista Nys Bassi - “a-ser del analista: condición de una praxis” (presente en el también contemporáneo libro de Stella Maris Rivadero et. Al. “Angustia y objeto a en la clínica psicoanalítica” (Letra Viva, 2010) – en donde se rescata la diferencia radical entre “deseo del analista” y “deseo de ser analista”. Diferencia que alude a un resto que cae en el proceso de formación del analista: “La formación del analista no es posible de estandarizar en programas sistemáticos, surge a partir de una pregunta particular en alguien singular, no intenta disciplinar, quien se ubica en esta posición siempre es para satisfacción del Otro…”
Una vez abocados a la lectura propiamente dicha de la clase en cuestión (Clase II del Seminario IV, nuevamente), Lacan cuestiona profundamente, en el marco del análisis de la neurosis obsesiva, la asociación entre “ironía” y “agresividad”: ¿Qué es la ironía? Según la RAE, “figura retórica que consiste en dar a entender lo contrario de lo que se dice.”. Por nuestra parte, destacamos el plus, el significado en más que objeta una pretendida función comunicante de la palabra en su referencia a lo real. Se destaca la condición necesaria de la existencia de un lenguaje estructurante y de la dimensión del diálogo. En cuanto a la dimensión de la agresividad, se señala la ambigüedad constitutiva del eje imaginario.
[continúa]
Comentarios
Publicar un comentario