"Este año quise terminar con este escrito, un
desafío que emprendí en lo personal a partir del año pasado, escribir en la
práctica, y con la práctica. Este
escrito habla del juego, y está relacionado, con la pasantía, que la facultad
tiene como requisito, en el recorrido académico. La materia en cuestión, se
llama “El rol del psicólogo en ámbito comunitario”. El espacio en donde realicé
mi práctica es en la casa Torquatto Tasso, en este mencionado espacio funcionan
varios talleres, en el que participé es
el de los sábados, es un taller de juego, el taller tiene diferentes sectores,
y las edades de los niños que participan son muy variadas, el lugar esta ubicado
en la Boca. Barrio complejo, por un lado el colorido de la parte turística
habla de un maquillaje, una puesta en escena de una realidad que puertas
adentro no existe tal cual se ve. La Boca en el fondo es gris, dijo la señora
que guió en la recorrida barrial. Es verdad la boca en el fondo es opaca.
En este contexto y con muchas expectativas
llegué al primer sábado de la práctica, un mundo nuevo empezaba a asomar, no
estaba ansioso, solo tenia ganas de conocer como funcionaba un espacio donde se
juega, y cual era el rol del psicólogo ahí en el territorio, pesaba sobre mi el
Grupo de los Viernes, la lectura que hacemos los viernes de Freud y Lacan, digo
pesaba por que era como las botas de los astronautas, me ponían los pies sobre
el terreno, sobre el suelo que iba a pisar y surgieron una cuantas preguntas;
¿Qué hago? ¿Cómo intervengo? Y sobre todo ¿Cuál es el rol del psicólogo en el ámbito comunitario?
Se me acerca Dolores (una de las coordinadoras
de la casa), y me dice: “te toca el metegol” y aclara “es el espacio más
conflictivo, se juega tranquilo hasta las once mas o menos, después comienza el
conflicto” y agrega que las reglas la diseñaron ellos, los chicos digo, me dio
las pelotitas y las tarjetas.
Como dijo las reglas la habían diseñado ellos,
y los turnos y las sanciones ayudaron a mantener el orden. Los turnos se daban
de la siguiente manera, si había cuatro jugadores, los ganadores continuaban en
la mesa hasta cinco partido, si había mas de cuatro jugadores se mantenía en la
mesa el ganador hasta tres partidos, después debía esperar su turno. Por otro lado las sanciones eran; si los
chicos se pegaban o se insultaban había que sacarles la tarjeta roja, si
escupía la mesa amarilla, con amarilla
perdía su turno, y con la roja tenia que dejar el juego.
El juego se dio en la primera hora con una
tranquilidad, tanto que Lesli (una de las pasante de trabajo social) se acerca
y me dice jamás el metegol estuvo tan tranquilo, finalmente lo que se esperaba
ocurrió. El conflicto apareció. Por una nena, y fíjense que lo digo muy a
propósito. Ella estaba jugando y se aburrió lo abandonando el juego, dejándole
el lugar a Fabricio, pero este ya había jugado y a parte en la mesa estaba
Brandon, que no quería jugar con Fabricio, quería jugar con Álvaro (Álvaro es un
nene con síndrome de dawn), creo que era porque Fabricio le iba a ganar y con
Álvaro, Brandon tenia altas chances de
ganar, cabe aclarar el carácter de Brandon, este niño no se banca la
frustración, tiene un carácter fuerte y
a parte es un niño de una contextura física maciza. Fabricio no quería
dejar el lugar y Brandon no quería jugar con el, frente a la situación lo
primero que hice es tomar la pelota, los chicos que estaban alrededor del mesa
me la pedían, y yo les respondí, que el arbitro, y por lo tanto era el que
tenia que tener la pelota, y que el juego estaba suspendido, lo aclaré por que
frente al desafío de Fabricio ya que ellos me pedían que le saque tarjeta, lo cual
pensé en ese momento que iba a agravar la situación. Fabricio me dijo “vos no
mandas acá” y lo primero que se me ocurrió decir es; “no yo no mando soy el
arbitro”. En ese momento es cuando en medio del conflicto me apoyo en los
coordinadores y ellos acuden a la intervención, una de las pasantes invita a ir
a la placita a jugar lo que queda de tiempo al futbol, y eso hace que el
conflicto se diluya. Así fue mi entrada al Tasso, Fabricio marco su territorio,
y me llevo a su terreno. Tenía, yo que pagar el derecho de piso, pero no tenia
que demostrar debilidad, tampoco autoritarismo. ¿Qué hacer? Fue la pregunta en
ese momento, y sigue siendo hoy, como entender el juego, como encontrar el rol
del psicólogo, como leer la realidad desde la clínica psicoanalítica, y más
practico aun, como articular este espacio de lectura que dimos en llamar el GV,
con la practica cotidiana haciéndonos
cargo de la demanda. Haciéndome cargo de la demanda ahí donde los diferentes
espacios abren a los sujetos la posibilidad de verdad, la verdad que se
manifiesta cuando emerge lo singular.
Pensar en el juego, siguiendo la línea que nos
convocó este año, Feud y el deseo del analista, se desprende una idea, poniendo
en la escena del teatro, el sujeto capturado por el deseo del otro, en la
lógica del fantasma, se despoja de la angustia, saliendo de la posición de
objeto para convertirse en el director de la orquesta. Como dice Irene
Fridental: “se juega allí una ilusión de autonomía que funciona como pantalla,
ocultando el punto de partida que es el deseo del otro, la posición de objeto
para el deseo del otro” el juego libre en el Tasso va en este sentido, las
reglas la ponen los mismos que juegan, y hay un circular por todo el salón,
unos juegan solos, otros en grupos, unos en un espacio pintan, hacen que le
lean cuentos, otros van a la plaza, y
juegan al futbol, otros en los distintos talleres también juegan; en apoyo
escolar, en cine, juegan, y se constituyen como sujetos, en tanto que se le da
un lugar a la construcción subjetiva. Pero la presencia de un adulto, no es un
punto menor a tener en cuenta, se está ahí para intervenir frente a un conflicto, y se interviene desde la
transferencia, uno es puesto en el lugar del “profe” se es para los chicos “profe”
antes que otra cosa. Hay un lugar de autoridad, que va ser ocupado, los nombres
en principio no importa, el vinculo hay que generarlo, hay que poner en juego
algo de uno, hay que semblantear. Tomarse las cosas en serio, jugar en serio,
para poder salirse del juego e intervenir, no se finge en el juego, si uno no
juega en serio pierde credibilidad, y cualquier intervención esta destinada al
fracaso, como también jugar en serio y
no poder correrse en el momento preciso, o hacer del lugar de autoridad, desde
el cual interviene uno, un dispositivo autoritario. Saber que el lugar de profe
esta ubicado en lo que Freud llama el ideal del yo, aclara en medio del caos,
digo caos como potenciador de algo nuevo, el rol del psicólogo en el ámbito
comunitario, lo aclara porque nos permite al menos dilucidar el campo, no
definirlo ni delimitarlo, sino por lo
menos intuir, y lo digo en términos futboleros, que por ahí va la bocha. Los
saberes son interpelados por la realidad, que se presenta como recortada, que
se abstrae de su complejidad, se abstrae por que debemos hacer un recorte para
un trabajo mas sistemático, necesitamos un saber teórico, para leer los hechos
y eso supone ya un recorte, supone un arbitrio, un alcance, un límite y eso nos
obliga a pensar desde nuestra subjetividad, si tomamos esto como lo objetivo, lo exacto, el
rumbo se pierde y ya no intervenimos, sino adiestramos, seremos el padre de la
horda primitiva, el líder del que reniega Neachtzche, el pastor, el sacerdote,
el general, el político o digámoslo así el mal político , en fin todo aquel que
encarne la verdad.
Y vuelvo al principio, a pensar en el juego
para preguntar, una pregunta hecha en este mismo espacio el GV, ¿en que cree el
analista? La respuesta es simple; el analista cree en la castración, el recorte
teórico que hacemos va en este sentido, no es posible la aprehensión de la
realidad en su totalidad, pero si es posible dar cuenta de nuestra subjetividad
y ponerla a trabajar, cito a otra autora Diana Rabinovich, para ilustrar este
párrafo; “el psicoanalista debe ofrecer vacante, vacio, dejar libre el lugar
del propio deseo, el no ha de estar ocupado por ese objeto que es el deseo de
su Otro particular. Debe ofrecerse vacante a fin que el deseo del paciente – el
deseo como objeto, el deseo del otro- se realice en tanto que deseo del Otro
vía ese instrumento para su realización que es el analista en cuanto tal”. Si
el rol apunta a esto, el juego, en el espacio como el de la juegoteca del
Tasso, se lo vera como una necesidad vital, porque se lo considerará a los
niños como sujetos de derechos, libres e independientes, no como un objeto
manejado al antojo, como venimos diciendo, del deseo del Otro. Y otra cosa que
me pareció fundamental en este recorrido por la casa Tasso, es escuchar, escuchar
con el oído de analista para distinguir una demanda de necesidad de una demanda
de amor y no achicar el grafo del deseo, y para ello hay que aprender a
escuchar, valga la redundancia, y eso es praxis en el terreno, porque no
también praxis en el terreno de lo teórico, aquí los viernes, porque no podemos
sistematizar la realidad sin un conjunto de conceptos previos, pero tampoco la
realidad es posible fuera de la lengua, no hay subjetividad fuera del lenguaje,
y si no hay subjetividad no hay posibilidad de sujeto, por eso creo que el rol
del psicólogo en el ámbito comunitario se juega en la manera de como fuimos
implicados dentro de una comunidad, cuando intervenimos en el afán de
desentrañar los conflictos que en la marcha misma del devenir nos plantean
desafíos, y frente a ellos damos lugar a nuestra creatividad donde el fantasma
singular del analista provoque en el espacio comunitario eso que Rabinovich en
la cita de arriba dice “ofrecerse vacante”.
Hemos venido entendiendo todo este tiempo, que
la sola presencia allí donde la demanda abre la posibilidad del lugar
llamémosle autoridad paterna, es ya una intervención, por eso insisto, nuestra
formación teórica es necesaria, pero para deformarla, uno se forma para
deformarse en función de lo dicho anteriormente. Es preciso saber como funciona
el aparato psíquico, por eso leemos a Lacan a Freud, a autores en esta línea,
para después caer en la paradoja de entender que el analista no sabe nada, nada
de la subjetividad del analizante, el psicólogo en su rol de psicólogo
comunitario, tampoco sabe nada del saber de esa comunidad a la cual es convocado,
si se sabe algo que no hay ignorancia, no hay ausencia de saber, en la
comunidad como en el analizante, siempre se trata de un saber que puede en el
caso de la comunidad ser insuficiente para salir del problema y en el
analizante se trata de un saber sintomático, que entra en una lógica del goce, padeciendo
la realización del deseo. Es un círculo que en ambas situación, los lleva
siempre a terminar donde se empezó. El
trabajo del analista, es un trabajo
donde este va intervenir, como un significante que está
ahí para otro significante, sin hacer de esta intervención algo generalizable,
o sea un saber científico, mas simplemente diríamos el caso por caso.
Concluyendo; podríamos pensar al psicoanálisis
en tanto aporte, como para ir encontrando una respuesta al interrogante que se
plantea, y ya en términos filosóficos, el ser, interrogante por excelencia, pero
no para caer en la certeza, la certeza del ser, todo lo contrario para poner en
jaque toda esa certeza. Para ponernos en jaque a nosotros analistas y hacer
simplemente lo que hemos venido haciendo, eso que hoy nos reúne en este lugar:
el psicoanálisis. Y por otro lado no podía dejar de preguntarme, por ejemplo en
la casa tasso, si falta el otro de la ternura que venga a subjetivar a esos
niños, como en el espacio de la
juegoteca, ahí en la Boca, ¿no vendría a ocupar ese lugar vacante el otro de la
pandilla, el de la barra brava, o cualquier forma de grupo, dado que la
grupalidad es vital para el ser humano?
Y para terminar quiero decir, como hemos dicho
varias veces en este grupo, los lugares están para ser ocupados, por eso hay
que hacerse cargo y ocuparlos. Por eso me quede en la casa Tasso como
voluntario.
Gracias."
* Ponencia Presentada por participante del Grupo de los Viernes en la Jornada realizada el 1° de Diciembre de 2012. CABA, Argentina.
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