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STANLEY KUBRICK Y EL PSICOANÁLISIS



Intro
En el presente artículo abordaremos la filmografía
de un épico productor del séptimo arte, un director “de culto”, como suele decirse: Stanley Kubrick. Crítico, estéticamente impecable, original, un DIRECTOR con mayúsculas. Dejamos para los especialistas en esta materia la crítica cinéfila pertinente. Nosotros nos abocaremos a la psicoanalítica.

2001: Odisea en el espacio (1968)
Revolución estudiantil y de los trabajadores. Precisamente es una película que aborda toda una coyuntura social-mundial. Política. Tiene un mensaje muy claro. En primera instancia, toda la situación de los primates donde cierto descubrimiento (casi tan prometeico como el robo del fuego a los Dioses) lleva a erigir a un mono en especial en Líder de la horda primitiva. Ese tendrá el derecho al goce de todas las mujeres, dirá Freud [Tótem y tabú]. El hueso, fémur de chancho o lo que fuere, deviene una poderosa arma de dominación. Hay un antes y un después de esa aparición, mítica o no, del elemento fálico que detentará cierto grupo. Lo maravilloso es que Kubrick, al cambiar de escena, hace que ese mismo instrumento se convierta imaginariamente – pero simbólicamente también, desde luego – en la nave de la gran odisea espacial.
La década del 60 fue una época de muchísima agitación social. Guerra de Vietnam, segunda posguerra  mundial, guerra fría, desarrollo intelectual francés (pero también global) de una altura interesantísima. Embargo económico a Cuba, después de su gloriosa revolución. En Argentina también tenemos un quilombo importante que empieza a estallar justamente para fines de la década.
Space oddysey aborda el enloquecimiento de la máquina, del supuesto objeto que deviene Sujeto. Es una imprecación contra la modernidad y su delirio fundamental, el monstruo de la Razón. Un robot no piensa o, mejor, sí piensa pero ese pensar… no falla. No es ético, carece de sujeto aunque artificialmente pueda tener conciencia y voluntad. Como dice Marx de la mercancía, que adquiere una subjetividad que el obrero y el consumidor pierden, del mismo modo, la locura de la racionalidad alcanza su extremo en esta ilustración del cine. Pero creemos que intuitivamente la película es un viaje del Universo completo-fálico donde el goce está prohibido por el proto-padre que desde su impostura afirma una identidad sexual positiva (Yo deseo) hacia los confines infinitos e ilimitados del no/Todo que implica la femineidad – porque el protagonista desactiva la máquica, castra al falo del Otro. Las mascaradas se van cayendo y el sujeto termina en un plano de desplazamiento radical. Es lo imposible. Es indiscutible la sensación de haber entrado largamente en una dimensión desconocida. Eso es lo femenino. La ruptura, subversiva, que no es revolución (siempre burguesa, capitalista, tecnocrática) sino desborde, más allá, salida, exogamia, corte…  

 Barry Lyndon
Es una película que aborda perfectamente la cuestión de la ambición. Puede tomarse como una metáfora de los Imperios, de la voluntad de poder, en tanto expansión y decadencia. En este film el protagonista cae preso de su propio goce, es eso lo que lo lleva a la ruina, inseparable del superyó, instancia freudiana que aparece más patente todavía en Con los ojos bien cerrados bajo la vertiente de la moralidad, que siempre encubre el IMPERATIVO DE GOZAR. Si bien en un primer momento puede pensarse que es el deseo aquello que motoriza a Barry, el azar, las contingencias (muy bien ilustradas) lo van cercando en torno a la mentira y la vanidad, el Ego lo sumerge en una caída derrotista que no tendrá fin sino por la vertiente de la venganza de su hijastro. Quien no duda – Lyndon sí vacila, creyéndose la medida de la Justicia en la tierra, como muchos Señores del Poder – en ajusticiarlo. El drama aborda un giro protagónico, donde es el segundo quien sustituye al primero, modificando también la identificación (problemática desde el inicio no obstante) del espectador. Es imposible no sentir que BARRY LYNDON se merece lo que le termina sucediendo. La Ley de la vida se abre camino por sobre su sed ciega y enceguecida. Un acápite aparte es la relación del padre con su hijo. En ese aspecto barry es un padre ideal, quizá demasiado padre, demasiado enamorado de su progenie, muy afectado por todo lo que Freud trabaja en “Introducción del narcisismo” en términos de la proyección parental. Eso mismo lo introduce en el conflicto inter-generacional con el otro, su no-hijo pero verdadero lyndon por herencia. El significante del Nombre-del-Padre reaparece en este otro personaje que viene a “exigirle una satisfacción”, no pulsional, sino basada en el HONOR. Nuestro personaje pierde el honor… y una pierna. Evidentemente, todo se paga en esta vida. Nada es gratis.

Con los ojos bien cerrados
Posiblemente sea el film más comentado de Stanley. Fue la última que hizo y es realmente una joyita para cualquier psicoanalista o amante del CINE. Es una película estrictamente psicológica, mental, espiritual pero que además emite una denuncia muy seria y profunda por sobre la sociedad americana, o más bien, yankee. Este exitoso matrimonio neoyorkino de repente se ve envuelto en un instante de APERTURA MENTAL donde la familia y el matrimonio como Institución en puesta en tela de juicio. A raíz del relato eficaz de una fantasía erótica, se desencadena el drama o la tragedia patética de Tom Cruise. Tanto esta producción como Lolita abordan la cuestión de la SEXUALIDAD, dimensión profundamente humana y eminentemente psicoanalítica. Los sueños, o el fenómeno del sueño como residuo de la vida psíquica - “vía regia de acceso al (deseo) inconsciente” -, tienen un lugar capital. Es el deseo del Otro, tanto tiempo reprimido, negado, desmentido por el catamiento pacato a los valores de una Civilización burguesa y estructurada, aquello que lo lleva a la cantinela del goce, a las peripecias de lo pulsional en tanto PERVERSIÓN POLIMORFA DEL MACHO, donde cada cual ha hecho lo que pudo con la inexistencia de La Mujer y la ausencia relación sexual. ¿Su camino hasta el momento ha sido acaso el mejor? ¿Es el Soberano Bien tener una pareja estable, una hija adorable, un oficio socialmente reconocido y un buen pasar? ¿Por qué eso sería mejor o más aceptable que todo lo Otro, toda esa otredad que circunda el centro, lo que vive – arrastrándose o como puede – el margen? La respuesta que concluye el film, es genial, léasela como se la lea, interprétesela como se la interprete. “Cojamos”. Esa es la (no) respuesta de Nicole Kidman. Un amigo de Freud, ni más ni menos, fue el escritor original de la novela Traumnovelle en la que está basada: A. Schnitzler. Alguien que evidentemente conocía muy bien el pensamiento freudiano sobre las cosas del amor, la hipocresía societal y el goce perverso del ser hablante. William “Bill” Harford representa la cobardía neurótica, obsesiva de quien “mira sin tocar” (sin comprometerse) pero que a la vez se expone, inclusive llevando al riesgo su propia vida. Da cuenta del riesgo que implica no correr ningún riesgo, de lo peligroso que termina siendo la pasividad, la inacción, transitar adormecido y con los ojos bien cerrados. Quizá el desarrollo no sea sino un efímero desaparecer del yo, que rápidamente se subsume en su culpabilidad habitual, implicada en ceder el deseo ante la mirada del superyó (que vive con los OJOS BIEN ABIERTOS husmeando los placeres ajenos, desde una moralina que fomenta lo peor).

Full metal jacket
Casquillo de metal reforzado. Bala 7, 42 que revienta una cabeza ya reventada por el lavado cerebral del servicio militar de los aspirantes a Marines de la máxima potencia del Norte. Quizá sea esta la película más comprometida y polémica del director que estamos abordando. Joker es el bromista, quien sabe jugar con el significante mas, cual verdadero poeta, para deschavetar la ridiculez de una Guerra enferma como fue la de Vietnam. En su chaqueta lleva el símbolo de la paz y del amor, paradojal propuesta, si se la contrapone con todo su uniforme (casco incluido) de milico. Es sencillo asociar rápidamente, como argentinos, con los pibes de las Malvinas o el soldado Carrasco, que muere en la colimba. Toda guerra es estúpida, sanguinaria, atroz, sinsentido. ¿Qué importan el coraje, el valor, la valentía allí donde los genuinos intereses no hacen sino a un particular anónimo, ya sea la patria, la nación o lo que basura sea? Las guerras son estrategias de dominación económica. Si la política es la continuación de las mismas por otros medios, completemos el circulo diciendo que toda GUERRA no es sino la segunda etapa (a veces evitable, a veces no) de una pretensión de dominio económico – fallido. También ideológico, también espiritual, desde luego pero esto es NADA al lado de la brutalidad del espectáculo mortífero. “Nacido para matar” habla de un periodista que nació para vivir y narrar, con posterioridad, el horror, la barbarie de la supuesta CIVILIZACIÓN NORTEAMERICANA. Que sea una mujer quien en tanto francotiradora ponga en cuestión la virilidad de esos “machitos” decadentes que pretenden cual Rambo llevarse el mundo por delante, es una simbolización que para el Psicoanálisis resulta una joya. Frente al Universo fálico militarista de EEUU, la guerra multiplicada, de guerrillas en tanto apuesta al instante y a la multiplicidad, y que destrona su Poderío fenomenal demostrando que ningún Amo es un Otro completo. Que hay castración, femineidad, algo impensable, que el sujeto todavía nos puede sorprender.  

¿Cuánto puede aguantar una mente humana, ya se trate: del aspirante a Marine en Born to kill, del sociópata sujeto a experimentación reformatoria en La naranja mecánica, del astronauta de la Odisea espacial lanzado al infinito en tanto falla de la RAZÓN tecnológica, de Barry Lyndon en plena decandencia nietzscheana de un poderío y pertenencia que creía ilimitados o del Dr. Bill – tentando por la pedofilia, la práctica orgiástica o la prostitución económica y al alcance de la mano? ¿Qué tan Objeto puede tornarse nuestro Sujeto, al que la Modernidad pretendió escindir definitivamente de su objetalidad pero que cada tanto retorna de la peor manera, como extimidad fantasmática donde cada cual se reduce a no ser más que un trazo (in)significante perdido en el eterno océano de un campo simbólico mudo y ciego a todo pedido de ayuda, cuando éste no está atravesado por la falla ética que creemos conditio sine qua non para que nuestra realidad sea vivible, transitable y hasta deseable? De nuestra posición de sujetos somos siempre responsables, dijo Jacques Lacan. Habrá que ver en qué condiciones históricas, coyunturales, familiares o sociales ha advenido un ser viviente así llamado humano a este mundo, para determinar el grado de respuesta posible del que será capaz, cada vez que lo Real vuelva a plantearle una pregunta.

Sudamérica - 26 del nueve de MMXVII

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