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Mostrando entradas de agosto, 2010

"Sombras que se anudan"

Veo sombras que se anudan del karma aunque sobre el aún ya no se miran, no del todo se sustraen los demonios y bajan del corpus sus armas (traen) Recelos de quejido blanco, que brizna mar roto y húmeda ola, ampara ya ver no, no es posible nada ¿o no todo es imposible de no ser no todo ser? Revelo y quiero, Aún; Veo, son brazas Razas diferentes de sentidos ignaros y amor petulancias y regodeos por doquier Hombres y Mujeres rompiendo, LA La Noche es Ardiente, veo sombras, veo ¿Qué ves, Tú, cálido espectro, y: cuándo?  No siempre No, más o menos así: ¡Ay, sí! Quisiera poder mentirte Otra vez, pero puedo ¿o más?

La orientación es el síntoma

La orientación es el síntoma porque el síntoma es lo único que conserva sentido en lo real. Es por esto que el analista puede, mediante la interpretación, intervenir sobre él desde lo simbólico para deshacerlo en lo real. Real que –Lacan no confunde los términos– es lo imposible de simbolizar. El síntoma es entonces lo único que conjuga sentido y real, sentido y goce, semblante y real. Razón por la cual la lógica binaria no es suficiente para dar cuenta del mismo, es necesaria una lógica ternaria. Y es lo que Lacan hace en su última enseñanza. Ahora bien, resulta que Lacan pergeña un aparato: el psicoanálisis mismo es un síntoma. Un síntoma de la civilización. Y lo es porque el inconsciente mismo es un síntoma. Síntoma que la civilización actual intenta desechar en pos de una era –en términos de Eric Laurent– poshumana. Para saber-hacer con este síntoma al analista no le queda más que una posición posible: la de analizante respecto al psicoanálisis mismo. Solo desde aquí es que puede

"Una y otra vez"

Bienvenidos a nuestro espacio Losange: clases lacanianas . Este sitio ha sido creado con el fin de dar un lugar al decir del psicoanálisis. Está dirigido a aquellos que consideren lo relevante de tal enunciación, ya sea por su rigurosidad clínica, por su compromiso cultural, por su potencia crítica en lo que al pensamiento refiere, o bien por su eficacia interpeladora que lo sitúa como siendo de una actualidad indiscutible.  ¿Qué política? El sujeto del deseo inconsciente es la política. La falla-en-gozar que hace del amor más que simple y sufriente desinterés y entrega al Ideal - como lo sostiene la Religión -, sino que lo ubica como lazo posible al Otro, juegos del deseo y la creación, máscaras que yacen debajo de otras máscaras y que permiten vivir la cotingencia y el encuentro de un modo suelto, fuerte y decidido. De cara a una época de máxima alienación subjetiva - donde el malestar de la civilización tiende cada vez más a verse denegado, rechazado, excluído -, la letra freudi