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Mostrando entradas de agosto, 2013

Indagaciones sobre la cuestión del amor (Parte III)

“No hay amor sino de un nombre, como cada cual lo sabe por experiencia. El momento en que el nombre de aquel o de aquella es pronunciado, sabemos muy bien que es un umbral que tiene la mayor importancia.” (Lacan, Seminario X ) “ Tu nombre no es un nombre más. Huele a jardín luxemburgués …” (Estelares, Luxemburgués ) Introducción Durante nuestra entrega anterior, pensábamos en la función del amor nombrante como puente que conduce al niño de una posición de objeto de goce del Otro hacia la apertura del orden del deseo (de la falta en el Otro). Es decir, hubimos de apuntar que la metáfora paterna - como aceptación materna de la incompletitud - no es sin la sustitución metafórica de ella como erómenos por el lugar del erastés de ese hombre cualquiera que la toma como objeto a causa de su deseo, es decir, lo que Lacan llama, en el Seminario VIII, la metáfora del amor . Hablamos aquí de la apertura de lo femenino para el proto-sujeto en su advenimiento, e

"Desarmonía"

Bifurcado, apretado, cansino Entregado al sinsentido de la tarde Repetidas y obsoletas nulidades Estremecimientos que pretenden cerrar ¿Son represalias a lo nuevo ? Puede que funjan como castigos Para aquel que decide Mas, ¿qué dios tan visceral puede concebir tamaña ira? Solamente un ser posesivo, retentivo, avaro Una deidad pretenciosa y vanidosa Que crea que el Hombre es su extensión terrenal Eternamente atada aún en su temporalidad Mas, ¿y si los dioses también murieran? Ya no habría castigos para el Prometeo Se develaría la verdad de la jugada: Invención y no hurto ; atrevimiento más no rebeldía Entonces, hagamos un duelo por el fantasma Exorcicemos nuestro cuerpo del demonio imaginario No digamos más “YO”, y riamos Digamos “no hay ningún control que perder”, y riamos Desarmonía es temblor de la Armonía Pero ésta, ¿no será también divinidad? Y puede que al decir verdad Nos desprendamos de su tiranía Entonces Desa

El compromiso político con y del psicoanálisis

(Antes de poner la imagen que acompaña este  breve escrito, he tenido la precaución de utilizar el antivirus para chequearla, programa que, cuando comienza a ponerse en acción, señala al usuario su inicio con la siguiente palabra: ANALIZAR. ¿Será ese el significante de un deseo?) Voy a agarrar un poco esa escoba que se llama deseo del analista para situar mi compromiso político con el psicoanálisis. Porque el psicoanálisis nada tiene que ver con la mera “psicopatología” con la que muchas veces se intenta reducir la potencia crítica del pensamiento analítico en cuanto tal. Voy a tomar esa escoba para barrer la mugre del sentido común, esa máscara imaginaria con la cual se hace predominar lo peor, es decir, aquello que atenta contra el deseo, contra la falta, contra la castración (todos estos, nombres de la política del psicoanálisis). Barrer y barrar, por suerte, no están tan lejos. Barramos entonces al sentido común . El psicoanálisis es una posición política ante la r