“Tomar
la palabra en una institución [el
Psicoanálisis lo es] puede llegar a ser
peligroso para algunos, en la medida en que la legitimidad de aquella palabra
parece tildada de antemano de nulidad de parte de aquellos que ocupan una
posición de dominio de tal magnitud que están persuadidos de que ellos solos
son dueños del saber. Ellos solo saben. En este sentido, pueden exigir, del
mismo modo que una madre todopoderosa, un amor total de parte de sus sujetos.”
(Jacques Hassoun, El oscuro objeto del odio)
1
Saber
y amor total. Si puede hacerle una crítica a la idea de “destitución
psicoanalítica” es la confusión o el achatamiento del concepto de
INSTITUCIÓN a lo que ordinariamente debe
precisarse como organización. Esta zonza precisión, no lo es tanto si se piensa
bien puesto que justamente a lo que apunta al autor es a cuestionar esa voluntad de organizar el discurso
freudiano. La cual, de hecho, está presente de manera exorbitante por los lares
más diversos produciéndose un efecto degradante y de confusión entre puestas en
acto de transmisiones genuinas (con consecuencias de formación) y meros
resultados sugestivos de fanatismo con el enseñante-brillante, de quien se
repetirán sin cesar sus acertadísimas e inalcanzables ocurrencias.
¿Cómo
ir contra el estancamiento del espíritu lacaniano? Posiblemente haya que ampliar
el foco, no quedarse en la estrechez de miras. Hay quienes creen que lo que
acaece en el ´ámbito psi´ en nada se asemeja a lo que acontece en otros campos
o a otros niveles de la sociedad; como si la esfera psicoanalítica de la
relación analista/ analizante estuviera descontextuada y se diera en una zona
desconocida ajena al planeta tierra. Este es un claro resultado de la
prevalencia imaginaria en la constitución de grupúsculos psicoanalíticos que
responden a significantes amo específicos
según los cuales es válido seguir durmiendo, en la felicidad de la armonía del
SABER y el AMOR TOTALES. Parroquias posmodernas que tienden a la ex-comunión de
sí mismos en tanto sujetos, ipso facto acceden al pacto de supeditarse a un
Otro de la Verdad que nunca deja de ser un Otro del Poder. Otra cita del
pensador francés:
Quisiéramos
insistir en el hecho de distinguir entre Institución y Organización. Lo primero
es mucho más abstracto que lo segundo (lo cual no quita lo material). Es el nivel verdadero de eficacia subjetiva. El lenguaje
lo es, por ejemplo. Las instituciones psicoanalíticas, en rigor, son
organizaciones analíticas (colegios, foros, sociedades, escuelas, etc.). Es
decir, implican un punto de capitón por sobre el tejido discursivo nombrándose
a sí mismas, dándose un lugar (geográficamente valioso desde el punto de vista
socioeconómico lo cual advierte que los psicoanalistas no están tan más allá
del principio de realidad como lo suelen afirmar, es decir, del placer). Fundación que, por otro lado y
como diría Masotta, nada tiene de humildad. La presuntuosidad está en el acto
de presentarse como los herederos.
Los continuadores, los que no se desviaron, los que conservan el sentido real
de la experiencia de Freud y Lacan: los que realmente leyeron su obra. ¿Serán
también los que comprendieron? Ahí es
donde la cosa empieza a tornarse oscura. Siguiendo el título del libro de
Hassoun, diremos… odiosa.
La
institución psicoanalítica está en el punto donde se abre un libro de Freud,
sin más. Donde se lee una oración, se comenta un párrafo, se trae a colación
una cita. También cuando se trata de hacer casuística. Y eso no necesariamente
requiere de los ornamentos ritualistas de un edificio destinado a la
preservación de la Idea. La concretitud de los bloques no tarda demasiado en
sustituir la casa familiar, significación edípica que trasladará al grupo
sentidos no-analizados que operarán como resistencias. Siempre frente a lo
mismo: lo Real. Lo real del psicoanálisis es irreductible a cualquier nombre,
apellido, transferencia, SsS, entramado simbólico_imaginario que se pretenda Pater Noster de la fraternidad de
analistas. La única fraternidad posible es la basada en la castración del Otro
[imposibilidad del goce, irreductibilidad del falo, irrecuperabilidad del
divorcio entre significante y significado]. Posiblemente, en este sentido, sólo
la haya como analizantes, es decir, como sujetos de la falta, Spaltung, y – de ese modo – la cura
dirige a implicarse en la época junto a los otros, saliendo de las reediciones
de elitismo basura en donde se siguen sosteniendo figuras emblemáticas como
sustitución de los PADRES IDEALIZADOS DE LA NOVELA FAMILIAR REPRIMIDA. La cuna
del amor es la misma que la del odio y también, acaso, la de la ignorancia.
Empuje a coincidir el ser con el sujeto o el sujeto con el ser.
Insistimos
en que salir de las pasiones del ser debe transitar otros caminos, en
principio, des-idealizando la plenipotencia analítica que no tiene nada que ver
con los poderes de la cura. El Psicoanálisis no es respuesta a Todo. Es la
práctica del no-todo llevada a sus máximas consecuencias. Comulga con pensares
y decires que también acepten la falla, la hendidura del estar-humano como lo
son el Arte, ciertas Filosofías y vertientes de la ciencia menos arrasadas por
el sistema/ mercado.
2
Monopolizar
el conocimiento para venderlo… Uhm. ¿Qué podemos pensar/decir a este respecto
sin caer en un planteo moral? Para responder a este interrogante debemos
previamente dar una rodeo por lo que podría pensarse como un análisis del capitalismo (al que no
definiremos como un “discurso”, evitando entrar en estribillos gastados). En
primer lugar, vamos a decir que no nos encontramos entre quienes sostienen que
“no podría salirse… sin operar desde allí”. A confesión de parte relevo de
pruebas. Los analistas de reloj activo, es decir, posmodernos admiten operar desde el capitalismo. Si esto no es
cinismo, se le parece bastante. Coincide con sus negocios fenomenales en cuanto
al manejo catedrático de materias universitarias en donde la oferta (por no
decir imposición obscena) de material bibliográfico nunca escasea, así como la
promoción más o menos camuflada de sus posgrados y grupos cerrados de lectura
lacaniosa. No nos vamos a detener en esto, que ya es avanzar bastante. Vayamos
al asunto del CAPITALISMO desde lo más banal, elemental, como si estuviéramos
dirigiéndonos a estudiantes de secundario.
El
capitalismo consiste en tener un dólar, comprar un caramelo a 50ctvs y en
pagarle a otro para que comercialice ese producto, de manera tal que haya
ganancia; para el caso, U$D 2. Esto me posibilita reinvertir uno y guardar
otro, lo que constituye el fundamento de mi nuevo capital acumulado. Imaginemos
esto incrementado exponencialmente. Obviamente, el empleado tendrá que ahorrar
bastante para poder acceder a eso que él mismo manipula cotidianamente. No
entra dentro de su círculo habitual de consumo, lo cual representa un modo de
alienación. Su fuerza de trabajo siempre es inferior a lo que produce, porque
un resto es coaptado por el capitalista quien saca provecho de su posición
privilegiada. Ese plus motoriza la
continuidad misma de todo el aparato, hasta que el explotado se sustrae de la
cadena cortándose por su lado: se vuelve auto-gestivo o emprendedor. Esto no
representa estar exento de dependencias, pero hay un salto interesante donde el
sujeto recupera al menos parte de la libertad “vendida”.
Regresando
a nuestro asunto, donde más se observa la implementación de una lógica acorde
al capital, es en lo que hace a la capacitación psicoanalítica. Aquí sobre todo
se registra un monopolio del ´conocimiento válido´. Poniéndose el énfasis en el
Saber, se invisibilizan otras variables que hacen a la misma dinámica del
Mercado. Como decíamos antes, zonas geográficas comerciales o accesibles,
invención de pos-títulos ligados a la materia, en definitiva, centralización del
público presto a recibir enseñanzas por parte de aquellos que cuentan con más
recursos. La confianza – término fuertemente economicista – reemplaza a la
transferencia y al deseo, elementos esenciales de cualquier acercamiento al
discurso psicoanalítico sea en calidad de lo que fuere [como interesado, como
analizante, como oyente]. Se entiende que “de algo hay que vivir”, pero… ¿le es
dable al psicoanálisis, traicionarse en su ética, sin alterarse en su discurso?
Nuestra ética no es la del utilitarismo, o sea, la del empuje al consumo (que,
por lo demás, es el derroche de lo inútil llevado al extremo). Cuando decimos
ética del deseo, creemos que no siempre llega a entenderse bien qué estamos
diciendo. Ética significa pensamiento
crítico. No necesariamente para llevar las cosas hacia un orden geométrico
cuasi-natural en el sentido de la perfección. Al contrario, perfecta es la
propuesta del Capitalismo: cierra por todos lados, no deja más que una abertura
calculada, el deseo tomado en las redes de una metonimia que ha devenido goce
pulsional, puesto que la demanda ¡Produce!
se desentiende del objeto que postula (objeto que sí vale en el campo artístico
como causa del deseo). El a en su
función de residuo, basura, desecho es la clave de este discurso mortificante.
Sólo que el encandilamiento del i(a) que le es correlativo supone el olvido del
tiempo ulterior. Los libritos de psicoanálisis – especialmente lo de ciertas
colecciones – tienen una estética admirable. Lástima que su futuro inmediato
sea el tacho de descartes, esto es, la biblioteca. El cesto de Descartes también
podríamos decir o de como la Razón vuelve
a entronizarse dominando el saber no sabido a través de una inteligencia nunca
antes vista. Eruditos sobran, psicoanalistas, cada vez hay menos. Y
seguirán escaseando como no nos abstengamos de depositar nuestra libido en
cuanto Otro grande se nos aparezca como garante de la veracidad de nuestra
praxis. De la que a fin de cuentas somos los responsables últimos. Y ahí está
el horror. Pero su más allá, es el relanzamiento del entusiasmo deseante que
nos lleva a querer más y mejor en relación a lo que hacemos.
Buenos
Aires, Febrero de 2017
Monopolios del conocimiento o
la pasión de la ignorancia: Psicoanálisis, capitalismo
“Tomar
la palabra en una institución [el
Psicoanálisis lo es] puede llegar a ser
peligroso para algunos, en la medida en que la legitimidad de aquella palabra
parece tildada de antemano de nulidad de parte de aquellos que ocupan una
posición de dominio de tal magnitud que están persuadidos de que ellos solos
son dueños del saber. Ellos solo saben. En este sentido, pueden exigir, del
mismo modo que una madre todopoderosa, un amor total de parte de sus sujetos.”
(Jacques Hassoun, El oscuro objeto del odio)
1
Saber
y amor total. Si puede hacerle una crítica a la idea de “destitución
psicoanalítica” es la confusión o el achatamiento del concepto de
INSTITUCIÓN a lo que ordinariamente debe
precisarse como organización. Esta zonza precisión, no lo es tanto si se piensa
bien puesto que justamente a lo que apunta al autor es a cuestionar esa voluntad de organizar el discurso
freudiano. La cual, de hecho, está presente de manera exorbitante por los lares
más diversos produciéndose un efecto degradante y de confusión entre puestas en
acto de transmisiones genuinas (con consecuencias de formación) y meros
resultados sugestivos de fanatismo con el enseñante-brillante, de quien se
repetirán sin cesar sus acertadísimas e inalcanzables ocurrencias.
¿Cómo
ir contra el estancamiento del espíritu lacaniano? Posiblemente haya que ampliar
el foco, no quedarse en la estrechez de miras. Hay quienes creen que lo que
acaece en el ´ámbito psi´ en nada se asemeja a lo que acontece en otros campos
o a otros niveles de la sociedad; como si la esfera psicoanalítica de la
relación analista/ analizante estuviera descontextuada y se diera en una zona
desconocida ajena al planeta tierra. Este es un claro resultado de la
prevalencia imaginaria en la constitución de grupúsculos psicoanalíticos que
responden a significantes amo específicos
según los cuales es válido seguir durmiendo, en la felicidad de la armonía del
SABER y el AMOR TOTALES. Parroquias posmodernas que tienden a la ex-comunión de
sí mismos en tanto sujetos, ipso facto acceden al pacto de supeditarse a un
Otro de la Verdad que nunca deja de ser un Otro del Poder. Otra cita del
pensador francés:
Quisiéramos
insistir en el hecho de distinguir entre Institución y Organización. Lo primero
es mucho más abstracto que lo segundo (lo cual no quita lo material). Es el nivel verdadero de eficacia subjetiva. El lenguaje
lo es, por ejemplo. Las instituciones psicoanalíticas, en rigor, son
organizaciones analíticas (colegios, foros, sociedades, escuelas, etc.). Es
decir, implican un punto de capitón por sobre el tejido discursivo nombrándose
a sí mismas, dándose un lugar (geográficamente valioso desde el punto de vista
socioeconómico lo cual advierte que los psicoanalistas no están tan más allá
del principio de realidad como lo suelen afirmar, es decir, del placer). Fundación que, por otro lado y
como diría Masotta, nada tiene de humildad. La presuntuosidad está en el acto
de presentarse como los herederos.
Los continuadores, los que no se desviaron, los que conservan el sentido real
de la experiencia de Freud y Lacan: los que realmente leyeron su obra. ¿Serán
también los que comprendieron? Ahí es
donde la cosa empieza a tornarse oscura. Siguiendo el título del libro de
Hassoun, diremos… odiosa.
La
institución psicoanalítica está en el punto donde se abre un libro de Freud,
sin más. Donde se lee una oración, se comenta un párrafo, se trae a colación
una cita. También cuando se trata de hacer casuística. Y eso no necesariamente
requiere de los ornamentos ritualistas de un edificio destinado a la
preservación de la Idea. La concretitud de los bloques no tarda demasiado en
sustituir la casa familiar, significación edípica que trasladará al grupo
sentidos no-analizados que operarán como resistencias. Siempre frente a lo
mismo: lo Real. Lo real del psicoanálisis es irreductible a cualquier nombre,
apellido, transferencia, SsS, entramado simbólico_imaginario que se pretenda Pater Noster de la fraternidad de
analistas. La única fraternidad posible es la basada en la castración del Otro
[imposibilidad del goce, irreductibilidad del falo, irrecuperabilidad del
divorcio entre significante y significado]. Posiblemente, en este sentido, sólo
la haya como analizantes, es decir, como sujetos de la falta, Spaltung, y – de ese modo – la cura
dirige a implicarse en la época junto a los otros, saliendo de las reediciones
de elitismo basura en donde se siguen sosteniendo figuras emblemáticas como
sustitución de los PADRES IDEALIZADOS DE LA NOVELA FAMILIAR REPRIMIDA. La cuna
del amor es la misma que la del odio y también, acaso, la de la ignorancia.
Empuje a coincidir el ser con el sujeto o el sujeto con el ser.
Insistimos
en que salir de las pasiones del ser debe transitar otros caminos, en
principio, des-idealizando la plenipotencia analítica que no tiene nada que ver
con los poderes de la cura. El Psicoanálisis no es respuesta a Todo. Es la
práctica del no-todo llevada a sus máximas consecuencias. Comulga con pensares
y decires que también acepten la falla, la hendidura del estar-humano como lo
son el Arte, ciertas Filosofías y vertientes de la ciencia menos arrasadas por
el sistema/ mercado.
2
Monopolizar
el conocimiento para venderlo… Uhm. ¿Qué podemos pensar/decir a este respecto
sin caer en un planteo moral? Para responder a este interrogante debemos
previamente dar una rodeo por lo que podría pensarse como un análisis del capitalismo (al que no
definiremos como un “discurso”, evitando entrar en estribillos gastados). En
primer lugar, vamos a decir que no nos encontramos entre quienes sostienen que
“no podría salirse… sin operar desde allí”. A confesión de parte relevo de
pruebas. Los analistas de reloj activo, es decir, posmodernos admiten operar desde el capitalismo. Si esto no es
cinismo, se le parece bastante. Coincide con sus negocios fenomenales en cuanto
al manejo catedrático de materias universitarias en donde la oferta (por no
decir imposición obscena) de material bibliográfico nunca escasea, así como la
promoción más o menos camuflada de sus posgrados y grupos cerrados de lectura
lacaniosa. No nos vamos a detener en esto, que ya es avanzar bastante. Vayamos
al asunto del CAPITALISMO desde lo más banal, elemental, como si estuviéramos
dirigiéndonos a estudiantes de secundario.
El
capitalismo consiste en tener un dólar, comprar un caramelo a 50ctvs y en
pagarle a otro para que comercialice ese producto, de manera tal que haya
ganancia; para el caso, U$D 2. Esto me posibilita reinvertir uno y guardar
otro, lo que constituye el fundamento de mi nuevo capital acumulado. Imaginemos
esto incrementado exponencialmente. Obviamente, el empleado tendrá que ahorrar
bastante para poder acceder a eso que él mismo manipula cotidianamente. No
entra dentro de su círculo habitual de consumo, lo cual representa un modo de
alienación. Su fuerza de trabajo siempre es inferior a lo que produce, porque
un resto es coaptado por el capitalista quien saca provecho de su posición
privilegiada. Ese plus motoriza la
continuidad misma de todo el aparato, hasta que el explotado se sustrae de la
cadena cortándose por su lado: se vuelve auto-gestivo o emprendedor. Esto no
representa estar exento de dependencias, pero hay un salto interesante donde el
sujeto recupera al menos parte de la libertad “vendida”.
Regresando
a nuestro asunto, donde más se observa la implementación de una lógica acorde
al capital, es en lo que hace a la capacitación psicoanalítica. Aquí sobre todo
se registra un monopolio del ´conocimiento válido´. Poniéndose el énfasis en el
Saber, se invisibilizan otras variables que hacen a la misma dinámica del
Mercado. Como decíamos antes, zonas geográficas comerciales o accesibles,
invención de pos-títulos ligados a la materia, en definitiva, centralización del
público presto a recibir enseñanzas por parte de aquellos que cuentan con más
recursos. La confianza – término fuertemente economicista – reemplaza a la
transferencia y al deseo, elementos esenciales de cualquier acercamiento al
discurso psicoanalítico sea en calidad de lo que fuere [como interesado, como
analizante, como oyente]. Se entiende que “de algo hay que vivir”, pero… ¿le es
dable al psicoanálisis, traicionarse en su ética, sin alterarse en su discurso?
Nuestra ética no es la del utilitarismo, o sea, la del empuje al consumo (que,
por lo demás, es el derroche de lo inútil llevado al extremo). Cuando decimos
ética del deseo, creemos que no siempre llega a entenderse bien qué estamos
diciendo. Ética significa pensamiento
crítico. No necesariamente para llevar las cosas hacia un orden geométrico
cuasi-natural en el sentido de la perfección. Al contrario, perfecta es la
propuesta del Capitalismo: cierra por todos lados, no deja más que una abertura
calculada, el deseo tomado en las redes de una metonimia que ha devenido goce
pulsional, puesto que la demanda ¡Produce!
se desentiende del objeto que postula (objeto que sí vale en el campo artístico
como causa del deseo). El a en su
función de residuo, basura, desecho es la clave de este discurso mortificante.
Sólo que el encandilamiento del i(a) que le es correlativo supone el olvido del
tiempo ulterior. Los libritos de psicoanálisis – especialmente lo de ciertas
colecciones – tienen una estética admirable. Lástima que su futuro inmediato
sea el tacho de descartes, esto es, la biblioteca. El cesto de Descartes también
podríamos decir o de como la Razón vuelve
a entronizarse dominando el saber no sabido a través de una inteligencia nunca
antes vista. Eruditos sobran, psicoanalistas, cada vez hay menos. Y
seguirán escaseando como no nos abstengamos de depositar nuestra libido en
cuanto Otro grande se nos aparezca como garante de la veracidad de nuestra
praxis. De la que a fin de cuentas somos los responsables últimos. Y ahí está
el horror. Pero su más allá, es el relanzamiento del entusiasmo deseante que
nos lleva a querer más y mejor en relación a lo que hacemos.
Buenos
Aires, Febrero de 2017
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