No pretendemos enseñar a los analistas
lo que es pensar. (...) el pensamiento de los analistas es una acción que se
deshace. Esto deja alguna esperanza de que, si se les hace pensar en ella,
pasen de retomarla a repensarla.
J.
Lacan,
La
dirección de la cura y los principios de su poder (1958).
Psicoanálisis, pensamiento crítico y
ética
Se
trata de repensar al Psicoanálisis en tanto pensamiento
crítico rescatando, fundamentalmente, dos rasgos: tomar la palabra y el desasimiento. Un aporte del
psicoanálisis como la
noción de estilo resulta interesante para pensar el pensamiento crítico, a su vez, en su relación con la ética,
destacando así la apuesta
por la singularidad que los distingue y que pone un signo menos al Uno
unificante del pensamiento calculador y de la Moral.
Propongo
el siguiente nudo borromeo inspirándome en Lacan. La característica principal
de esta figura es que los tres anillos están inter-penetrados de manera tal
que, si se suelta uno de ellos, todo el encadenamiento se disuelve:
En cuanto a la relación entre
psicoanálisis y ética, el paso dado por Lacan, en este sentido, ha sido
determinante. Allí, el maestro francés ubicó la «ética del deseo» y el deseo del psicoanalista:
“Está
por formularse una ética que integre las conquistas freudianas sobre el deseo:
para poner en su cúspide la cuestión del deseo del analista.”[1]
Por lo
demás, el factor que articula los tres órdenes mencionados -ética, pensamiento
crítico y psicoanálisis- es lo que se llama deseo, fuerza o potencia insabida
que motoriza al sujeto desde el lugar de la falta. El signo de interrogación
central es el lugar del agujero que representa el objeto a en tanto perdido. Por eso, también podemos pensar esta
articulación mediante una serie de círculos concéntricos:
Este
esquema me lleva a imaginar su antítesis radical, su reverso -aunque en rigor
estos niveles representan aquello de lo que originariamente se desmarcan más
que su contracara-, que podría representar de la siguiente manera:
La
Moral es el imperativo categórico kantiano,
el Tú debes respecto del cual el
campo psicoanalítico agrega: ¡gozar!
Es decir, la ley moral no tiene nada que ver con el placer ni con el bienestar,
sino con su más allá. El pensamiento único que se deriva de allí, podemos
llamarlo yoico, anticipador, calculador, fálico, narcisista. Si la psicoterapia
(como uno de los correlatos prácticos de este trasfondo) “conduce a lo peor” es
en tanto y en cuanto se sostiene en este marco cuya verdad no es sino la
freudiana pulsión de muerte o el lacaniano
concepto de «goce».
Palabras finales
Si
para Freud, recuperar el poder de amar y el entusiasmo para trabajar, eran
saldos propios de la experiencia analítica, agregaré que otro destino que la
cura trae aparejado es el incremento de
la capacidad de pensar críticamente.
Sin pensamiento crítico no hay psicoanálisis porque un psicoanálisis vaciado de
su eficacia crítica se degrada a la mera psicoterapia. Y, a su vez, el
psicoanálisis contribuye poderosamente a desplegar y potenciar ese mismo tipo
de pensamiento, actitud o, mejor dicho posición de sujeto. El hecho de
significar una toma de posición permite enmarcar a la criticidad en el orden de
un ethos, es decir, en una concepción
ética del hombre.
En
tiempos de predominio del discurso capitalista, donde manda el “señorito híper-satisfecho” –transformando y
resignificando una expresión de Ortega y Gasset[2]-, no hay resto para lo
ético en sí (para la pregunta), ni tampoco para el pensar como camino hacia algún orden de «despertar». Por eso, como
analistas, será menester -siguiendo la cita de Lacan del epígrafe- no retomar
impulsivamente (de modo acrítico, tecnicista y mecánico) nuestro pensamiento/hacer
clínico[3], que es una acción que se
deshace -menos porque sus consecuencias no sean demostrables que por lo
inaprensible de su sujeto- sino más bien repensarla… cada vez y cada vez. Que
es otra manera de decir: pensarla críticamente.
[1]
Lacan, J.: “La dirección de la cura y los principios de su poder” en Escritos 2, Siglo veintiuno editores.
Buenos aires. 2008.
[2] Ortega y Gasset, José [1929]: La rebelión de las masas. Colección El Arquero N ° 23, Ediciones de
la Revista de Occidente S. A., Madrid, 1975.
[3] Con
respecto a la escisión entre el pensar y el hacer, es interesante la reflexión
de Álvarez Yágüez que, si bien está referida al accionar del intelectual, puede
aplicar en cierta medida al analista: “La acción del intelectual no es otra
cosa que su propio trabajo, el
pensamiento es ya la acción. Foucault no comparte el hiato clásico entre
teoría y práctica. El pensamiento tiene
un impacto en lo real, modifica de la manera más honda nuestros campos de
experiencia, por eso es ya acción...”.
En Foucault, M.; Op. cit. Todos los
subrayados me pertenecen. Pág. 63.
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