Del “detector de mentiras” a la cuestión social y existencial que realmente nos importa (respuesta a un artículo donde se pretende divorciar al psicoanálisis del pensamiento crítico)
“Son críticas las teorías que ponen en tela
de juicio el orden social existente de manera global.”
Keucheyan,
Razmig. Hemisferio izquierda. Un mapa de
los nuevos pensamientos críticos.
Introducción
El presente
escrito tiene como objetivo polemizar y, llegado el caso, cuestionar –cuando no
refutar– un artículo publicado en la
Revista Erasmus. Vol. 26 (2024)
escrito por el psicólogo Sartuqui de la USAL (https://qellqasqa.com.ar/ojs/index.php/erasmus/issue/view/105) donde se
pretende divorciar al psicoanálisis del pensamiento crítico o donde, en
palabras del autor, se “llega a la conclusión de que una adecuación gnoseológica entre el sujeto y el objeto, a través
de un proceso de un pensamiento que separe (critique) lo ´verdadero´ de lo ´falso´,
es un imposible dentro de los postulados del psicoanálisis [lacaniano].”
(SARTUQUI 2024, subrayado propio).
A tal fin se pondrá
la lupa en qué definición de pensamiento crítico utiliza (o, más bien, construye) el autor, en primer lugar, de
la cual ya hemos adelantado bastante en el párrafo anterior y ha quedado
también expuesto de entrada su fuerte sesgo (o estrechez). A lo largo del
desarrollo, al mismo tiempo, intentará tomarse una posición respecto de qué
entendemos por pensamiento crítico y cuál es para nosotros el vínculo que
existe –o podría existir– entre el mismo y el psicoanálisis.
Algunos interrogantes y una definición
En principio, quisiéramos resaltar los interrogantes que el autor mismo establece como queriendo responder en su escrito. Ellos son: “¿Qué postura adopta el psicoanálisis de Jacques Lacan respecto al pensamiento crítico?” y, en segundo lugar, “¿es el ejercicio del pensamiento crítico posible dentro del marco teórico propuesto por el psicoanalista francés?” (SARTUQUI 2024). Para responder a estas preguntas el autor comienza esbozando una definición de pensamiento crítico a la que construye (arma, inventa) luego de un recorrido bibliográfico donde se cita: un Diccionario de Filosofía, a un lógico polaco, el pensamiento de algunos educadores y, por último, a la etimología de las palabras “crítica” –por un lado– y “pensamiento” –por el otro–. La definición a la que el autor llega es la siguiente:
“Conjugando estas precisiones etimológicas y conceptuales de pensamiento y crítica, podríamos realizar una aproximación hacia la noción de pensamiento crítico, definiéndolo como un procedimiento disciplinado de análisis, síntesis, conceptualización y evaluación de imágenes, representaciones, intuiciones y expresiones, cuyo fin es llegar a un juicio que represente el “signo, marca, característica o nota” de algo que es reconocido como verdadero, distinguiéndolo de lo falso.” (SARTUQUI 2024, subrayado nuestro).
Para nosotros
resulta harto insuficiente esta definición donde el acto de pensar críticamente queda tristemente reducido
a no ser más que un simple “detector de mentiras”, un instrumento casi popperiano,
es decir, meramente “falsacionista”. La “aproximación” que el autor pretende se
queda realmente muy corta, lejos, se pierde en el camino por una deriva cognitivista.
Porque la cuestión aquí es la siguiente: ¿se puede reducir el pensamiento crítico –la actitud crítica, el ethos crítico (todo el espíritu de la filosofía y de la ciencia mismas desde sus orígenes, básicamente)– a “un procedimiento disciplinado de análisis, síntesis, conceptualización y evaluación” cuyo fin se reduciría únicamente a determinar la veracidad o falsedad de… “algo”, supongamos un postulado X como, por ejemplo: “Todas las hojas son del viento”? ¿Qué pasaría entonces con un caso como el que acabo de plantear donde la formulación en cuestión es metafórica? ¿En casos como este el pensamiento crítico no podría decir absolutamente nada al respecto, entonces? Pero, ¿no fue alguien como Spinetta un poeta, un gran compositor e intérprete, pero además y justamente un tremendo pensador crítico (como lo han sido, lo siguen siendo y –esperemos– lo seguirán siendo todos y todas los grandes y verdaderos poetas de la humanidad)? Evidentemente estamos aquí ante un problema. O bien, muchos pensadores críticos que no se dedicaron a la ciencia en sentido estricto (método científico) dejarían de poder ser considerados pensadores críticos como tales, o bien, la definición que al autor establece es extremadamente acotada y deja por fuera a un montón de pensadores y también de pensamientos (teorías, discursos) que merecen ser calificados como tales.
Hacia otra/s definiciones posibles del pensamiento
crítico
“Sube
tu level, por favor…”
Respuesta
de Sony a Wos en una batalla de gallos
Podríamos tomar
infinidad de autores y de definiciones de pensamiento crítico para determinar
la pobreza de la definición de la que parte el autor de marras, pero solamente nos
remitiremos a unos pocos autores y a unas pocas definiciones ya que esta
temática la investigamos en otro momento y, el que quiera, puede remitirse a
ese material que es Faltar en ser:
estulticia o desasimiento (LANGELOTTI 2019) donde precisamente se intenta
articular el trinomio: psicoanálisis – pensamiento crítico - ética.
Podemos tomar,
por ejemplo y, para empezar, algunas interesantes reflexiones del libro Los Derechos Humanos en el siglo XXI. Una
mirada desde el pensamiento crítico (GÁNDARA CARBALLIDO 2020) donde, como
el título mismo lo indica, se aborda la problemática de los derechos humanos
desde una óptica crítica, pero donde “crítica” no se reduce en lo más mínimo a establecer la simple diferencia entre “lo
verdadero” y “lo falso” (otra versión posible: “lo correcto” versus “lo incorrecto”) en esa materia
que el autor aborda (los DDHH). Si nos dejásemos llevar por la definición de
Sartuqui, entonces diríamos que un pensamiento crítico en DDHH se dedicaría a
determinar qué autores dijeron “la posta” sobre el tema y qué autores no,
cuáles “la tienen clara” y cuáles “son unos tontos que no saben de lo que
hablan”. No digo que esto sea totalmente
desacertado porque, en términos más amplios, el pensamiento crítico nos permite
distinguir a un verdadero filósofo de un sofista, por ejemplo. En el ejemplo
elegido, el pensamiento crítico tomado de esa manera serviría simplemente para distinguir
cuáles son verdaderos derechos humanos y cuáles no, o también, para distinguir
entre dos discursos donde en uno se estaría hablando y abordando la cuestión de
los DDHH seriamente mientras en el otro no serían más que un lugar común incluidos
dentro de una estrategia retórica (opción esta última que ha posibilitado que
algunos reaccionarios se animen a hablar del “curro de los DDHH”). Ahora bien,
desde nuestra posición, el pensamiento
crítico es mucho más que ese “método” o “procedimiento” para determinar la
veracidad o falsedad de “algo”. No podemos dejar que se reduzca su noción a
una definición tan técnica, tan positivista, tan racionalista, en definitiva,
tan mediocre.
En cuanto al
autor que recién mencionábamos, Manuel Gándara Carballido se propone asumir
críticamente la tradición del pensamiento crítico y la asocia rápidamente con
una serie de autores concretos y puntuales: la teoría crítica de la Escuela de
Frankfurt. Entonces, se pregunta: ¿Qué hace que una teoría pueda denominarse crítica? Fundamentalmente una
característica: su propósito de
transformación social. En este sentido, tener una actitud o un pensamiento
crítico consistiría principalmente –y antes que cualquier otra cosa– en negarse a aceptar la facticidad de lo dado
o, en otras palabras, el rechazo a
aceptar pasivamente la injusticia del mundo y también el rechazo a aceptar
el pensamiento único que pretende justificarla.
En cuanto al
psicoanálisis y este mismo espíritu crítico, con Freud no decimos tanto “neutralidad”
como abstinencia, que no significa
para nada lo mismo. Es decir, se puede intentar ser objetivo, mas no “imparcial”. Lo contrario es la hipocresía, la
“careta”. Que a muchos psicoanalistas les afecte esta problemática no hace del
psicoanálisis un no-pensamiento crítico. Y esto lo aclaramos porque podría
desprenderse del artículo del autor esta conclusión (de hecho, es a la que él
cree llegar sin problemas).
Dice Gándara
Carballido: “La particularidad de la crítica en el pensamiento crítico, y ello
ha de ser evidente en sus contenidos, reside en un determinado punto de vista a partir del cual dicha crítica es
realizada, siendo este punto de vista el de la emancipación humana” (GÁNDARA CARBALLIDO
2020, subrayado nuestro). Y más adelante aclara: “Es con el propósito de contribuir a los procesos de emancipación que el pensamiento
crítico realiza su tarea, poniendo al
descubierto conexiones y causas que generalmente permanecen ocultas en los
fenómenos sociales, e interviniendo para apoyar transformaciones que favorezcan
a aquellos sectores de la población que son sometidos a relaciones de
subordinación” (GÁNDARA CARBALLIDO 2020, p. 25, destacado nuestro).
Podríamos decir
que, de un modo análogo, el proceso psicoanalítico en particular y el pensamiento
freudiano en general son –una praxis el primero y un discurso el segundo–,
actos cuyo horizonte es la liberación del sujeto. Todo el corpus teórico
freudiano como la práctica que de allí se desprenden, ¿a qué apuntan sino a la
emancipación subjetiva respecto de aquello que se presenta en el hombre como
alienación?
Sólo a condición de pensar que el psicoanálisis aborda
al “individuo” es posible no considerar que nuestra teoría y nuestra praxis no
forman parte de la tradición crítica.
Por otro lado, quisiéramos
citar a Hinkelammert, quien del siguiente modo establece una neta articulación
entre el pensamiento crítico y la ética: “Emancipación es humanización y
humanización desemboca en emancipación. Este
punto de vista constituye el pensamiento crítico (subrayado nuestro).” Aquí
está destacado el pensamiento crítico como una postura, una toma de posición
irreductible a un “proceso cognitivo”. A partir de esto se hace evidente que, cuando
hablamos seriamente de pensamiento crítico, estamos hablando de otra cosa mucho
más compleja que lo aproximado por la definición del autor (y de muchos otros
que una y otra vez buscan reducirlo al uso adecuado del razonamiento o del
pensamiento lógico).
En este sentido y por último, vamos a citar al maestro Enrique Dussel en el Prólogo a sus 14 tesis de Ética:
“Lo que intentarán estas tesis es clarificar la esencia del pensamiento crítico, en lo que consiste una ética de la Liberación, como explicaremos detenidamente. La ética como teoría general de los campos prácticos. Habrá que tener paciencia, porque toda la Primera Parte se encuentra enmarcada en un primer paso: una moral del sistema vigente, que habrá que deconstruir en la segunda Parte, en la ética de la liberación como pensamiento crítico esencial. La ética como teoría general de los campos prácticos. Como Heidegger, grandes intelectuales que practican en el mejor de los casos sólo una ontología (qué decir cuando son filósofos analíticos sin sentido ontológico siquiera), se adherirán sin contradicción al sistema vigente, al liberalismo, a la modernidad, al capitalismo, por no tener categorías ético-críticas para confrontarlos” (DUSSEL 2016, subrayado nuestro).
A nuestro
entender, el psicoanálisis no solamente aporta un dispositivo clínico para interrogarse
continuamente en aras del cuidado de sí y para no “adherir sin contradicción” a
la neurosis, sino que también aporta aquellas “categorías ético-críticas”
(todos y cada uno de sus conceptos a nuestro juicio lo son) para no hacerlo tampoco con lo peor del sistema.
Parafraseando a Dussel, podríamos decir: grandes psicoanalistas que practican
en el mejor de los casos sólo una psicopatología (qué decir cuando son terapeutas
sin sentido clínico siquiera), se adherirán sin contradicción al sistema
vigente, al liberalismo, a la modernidad, al capitalismo, por no tomar al psicoanálisis en su vertiente ética y en tanto que pensamiento
crítico para confrontarlos.
Insistencia y unilateralidad
Luego de explayarse someramente sobre la importación conceptual mutativa que Lacan hace de los conceptos de significado y significante de Saussure, el autor vuelve a esbozar una definición de pensamiento crítico sui generis. Citamos el extenso párrafo para no descontextualizar la idea:
“El discurso está compuesto por un dinamismo que no cesa y que pertenece al orden de lo simbólico. El significado, por ende, es algo imposible de atrapar si no es por medio de una detención en la cadena temporal significante que no puede ser sino algo ficcional, imaginario, algo que explique de manera mítica la posición de un significante respecto a otro significante. Podríamos decir, entonces, que el pensamiento crítico es el resultante de un juicio (significado o significación) que explica de manera imaginaria la relación singular entre el sujeto y el objeto dentro del discurso. Es un saber que se acerca tangencialmente a la verdad ya que, como afirmamos anteriormente, el discurso siempre está en falta con lo real del objeto a ser abordado” (SARTUQUI 2024, p. 7, destacado por nosotros).
En la formulación
del autor, el pensamiento crítico queda reducido una y otra vez al yo, a la
razón, a la conciencia y a la relación de conocimiento. El pensamiento crítico
así definido queda reducido a un tipo de relación gnoseológica (el autor
insiste hasta el hartazgo con esta idea). Nada que se asemeje a una toma de
posición, a un ethos, a una actitud
crítica basada en la sospecha en relación a lo legitimado tanto objetiva como
subjetivamente. El pensamiento crítico es mucho más que un método o un
procedimiento cognoscitivo, por muy sofisticado que este se plantee.
De lo dicho se desprende que el autor se queda sólo con un aspecto del pensamiento crítico, es decir, enfatiza de manera obsesiva el rostro asociado al “proceso cognitivo” de aplicación rigurosa del razonamiento basado en las características propias del método científico. Es algo que se suele escuchar y no es el primer autor en enfatizar ese costado “cognitivo” del pensamiento crítico donde se espera de este que sea un pensamiento claro, exacto, preciso, amplio, lógico, profundo, pertinente, asertivo, etc. Todo eso está muy bien y no lo desconocemos, pero también existe un segundo aspecto del pensamiento crítico tal como lo vimos más arriba con diversos autores y es el costado que remite a no aceptar la opinión general sobre algo así sin más, no tomar la realidad como una cosa en sí inmutable, no creer al mejor estilo Leibniz que estamos “en el mejor de los mundos posibles”. En este punto, el pensamiento crítico supera, trasciende la definición respecto de algo como verdadero o falso. De todas maneras, aun tomando esa reducida definición, a su manera el psicoanálisis también determina la verdad o falsedad, lo aceptable o inaceptable, lo deseable o indeseable de algo; el pensamiento psicoanalítico no es un relativismo al que todo le daría lo mismo. Un ejemplo: el falso enlace del que Freud habla cuando aborda el síntoma obsesivo. Si existe un “falso” enlace es porque hay otro que es el verdadero. Del mismo modo, encontramos en Lacan múltiples referencias a la dimensión de la verdad de manera tal que podemos deducir que ésta era un problema que lo inquietaba y, en ese sentido, preguntarnos: ¿a qué pensador crítico no le incumbe la problemática de la verdad? O, al revés, ¿a alguien tan preocupado por la cuestión de la verdad no deberíamos calificarlo como un pensador crítico? Avancemos en este sentido.
Sobre la cuestión de la verdad en Lacan y la conclusión del autor
Abordemos algunas citas más para terminar de definir la postura del autor incluyendo la conclusión a la que llega. La primera de ellas relacionada con el tema de la verdad:
“La verdad en el
psicoanálisis lacaniano es un “medio decir” que divide al sujeto entre lo
articulable por las vías del significante y lo innombrable. Esto redunda en un
saber incompleto que jamás se adecuará completamente a la verdad. Por lo tanto,
el pensamiento crítico como teoría del
conocimiento que promueve una adecuación gnoseológica entre el sujeto y el
objeto, a través de un proceso de pensamiento que distingue lo “verdadero” de
lo “falso”, sería un imposible dentro de
los postulados del psicoanálisis [lacaniano]” (SARTUQUI 2024, destacado mío).
Y más abajo va nuevamente a la carga redundado otra vez con la misma idea en otras palabras:
“En definitiva, lo que se propone en el concepto de pensamiento crítico, es la posibilidad de una distinción entre lo verdadero y lo falso a través del conocimiento. Por el contrario, la cura analítica formulada por Lacan promueve que el sujeto, a partir de su decir, pueda encontrarse con este punto innombrable único, desde una posición singular que lo ubique como sujeto del inconsciente. A partir de allí, podrá emerger un saber inconsciente que rompa con el saber mítico propuesto por la teoría del conocimiento” (SARTUQUI 2024).
La definición que
el autor establece de pensamiento crítico, lo que él entiende por tal y pretende
que nosotros compartamos, es una definición que no extrae específicamente de
ningún lado, sino que la inventa él a los fines posteriores de poder refutar fácilmente
cualquier intento de acercamiento entre el pensamiento crítico y el discurso
lacaniano. Es una construcción esencialmente personal, en definitiva, lo cual
no tiene nada de malo, desde luego, pero ¿a qué tradición responde semejante idea? A lo sumo tiene un linaje cognitivista. La definición que el autor
ofrece de pensamiento crítico, mejor dicho, la pobre definición que nos propone
pone muy en tela de juicio de entrada todo el desarrollo posterior, aunque las referencias
al psicoanálisis sean atinadas y cuadren bien con el desarrollo del argumento.
Pero el argumento parte de una premisa falsa lo cual interpela cualquier
conclusión a la que pueda llegar. Eso NO ES el pensamiento crítico. O al menos,
no se puede reducir únicamente a eso.
Reduccionismos como los que el autor realiza abundan, pero nos parece que lo
interesante en este punto sería esforzarse un poco más, no quedarse tan corto
de miras. Así como tampoco el psicoanálisis puede reducirse a una “terapia” ni
a un simple conjunto de “teorías psicológicas”. Sabemos que el psicoanálisis es
mucho más que eso y dentro de las otras cosas que el psicoanálisis también es, una de ellas consiste en pertenecer
al conjunto de los grandes discursos
críticos de la modernidad, aunque no ponga “en tela de juicio el orden
social existente de manera global” como lo establece Keucheyan al hablar de teorías críticas, es indiscutible que pone en cuestión o ilumina aspectos en los
cuales dicho “orden social” se sostiene. El psicoanálisis es inseparable de
esa tradición crítica y no por nada el propio Freud fue calificado, junto a
Marx y a Nietzsche, como un maestro de la
sospecha. ¿Estamos en condiciones de afirmar algo diferente de Lacan
realmente? ¿Es casual que un pensador a todas luces crítico contemporáneo como lo es Žižek se haya apoyado tanto –aunque
desde luego no exclusivamente– en el discurso lacaniano?
Ya sabemos que
para el psicoanálisis lacaniano la verdad es una verdad sin verdad, “de castración”, no-toda, siempre medio-dicha,
que LA Verdad no existe sino que hay más bien verdades, que la verdad tiene estructura de ficción y que en la
teoría de los 4 discursos la verdad aparece más como un lugar que otra cosa, etc. También leímos a Badiou y nos resultó
interesante su definición de la verdad como “agujero en el saber”. Ahora bien,
quienes creemos que el pensamiento crítico más que un “método” o un
“procedimiento” cognitivo o cognoscitivo es una posición y, de hecho, cada vez
más necesaria en los tiempos que corren, esto es, una postura ética que la
época pide a gritos, no pretendemos en lo más mínimo usar el pensamiento
crítico exclusivamente para
determinar qué es lo falso y qué no lo es, como lo pretende el psicólogo
Sartuqui en su paper académico. Aun
cuando sea importantísimo hoy en día poder distinguir qué es una fake news (desinformación) y qué es una
verdadera noticia, no nos engañamos en
cuanto al estatuto de esa verdad de la que la “verdadera” información
participa siempre parcialmente, nunca completamente. Por eso nos resulta
mucho más valioso rescatar al pensamiento crítico como práctica de sí, como salida de la “minoría de edad”, como punto de
vista de la realidad (donde esta no se reduce a ser una cosa inmutable), como
manera de pararse frente a los hechos del mundo y/o como mirada ética
liberadora que afirma “subjetivar es liberar”. Y en todo esto, es indiscutible
que hay mucho de ética del deseo.
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