Mejor
mirar el Cielo si es que puedes
Mejor
cerrar los ojos y creer
Que
las cosas se transforman allí donde nos empeñamos en lograrlo
Que
las cosas pueden ser mejores si estamos dispuestos a ceder
A
ceder de esa estúpida prisión que nos armamos
Con
rutinas y silencios, con secretos y suposiciones
Quedarse
afuera no es salir, como tener un lugar no es encerrarse
Sé
que duele esto que digo, pero es… verdad
¿De
qué sirve el éxito, la fama y el prestigio si tu corazón yace parco y sombrío,
en una triste y absoluta soledad?
El
amor infernal que tanto te persigue tú mismo lo has generado
Tú
mismo has querido que te carcomiera las entrañas
Y
ahora le huyes como un tonto, pero inocentemente escapas
Escapas
de esa misma tormenta de hielo y de frío, de húmedo calor, etc.
De
esa misma tempestad de desechos que tus ensueños produjeron
Durante
esos instantes que preferiste omitir tomar una genuina decisión
Y
así se fue empastando tu amor, cegando tu ternura y pudriendo tu deseo
El
horror carcomió la dulzura y no hay ahora beso que no sea nauseabundo
Prisionero
de un infierno gris y opaco, turbio y confuso
¿Qué
hacer cuando, a altas horas de la noche, nada te dice lo que sos?
Caminarás,
transpirarás, gemirás y se te enturbiarán los ojos
Pesadillas
puede que pueblen tu almohada
Centenares
de dudas y demás castigos
Mas,
respuesta, una verdadera respuesta, no hay
Buenos Aires, Noviembre de 2012
[La imagen corresponde a Ernest Descals: http://www.flickr.com/photos/ernest_descals/5201718077/]
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