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Palabras



“El poder-goce trata de dominar la subjetividad del sujeto de la polis. Todo el inmenso aparato del entretenimiento, desde los dibujos animados hasta las masacres en Irak, busca sofocar-controlar la subjetividad. Impedir que el sujeto piense. Que el sujeto se haga dueño de sí. Que tome distancias. Que se aleje. Que desconfíe. Que no crea. Que se apropie de su conciencia crítica. Aquí, en esta apropiación por parte del sujeto de su propia subjetividad, aparece la política. La política es conciencia crítica. Es ruptura. Es ausencia y soledad. Es aburrimiento y dolor. Esto, al principio. Luego irá en busca de OTROS a los que abruma este suceso inesperado: no creer más en nada. O peor aún: no pueden entretenerse más. Aquí, el sujeto ya no está sujeto [en tanto sujetado].”

(“La condición argentina”, José Pablo Feinmann)

Se viven épocas complicadas en el país argentino, en particular, y en Latinoamérica en general (cuando no, en el mundo). Ha regresado al poder la «derecha neoliberal» y, lejos de lo que suelen sostener los tibios, no es que “no se sepa qué va a pasar” sino que, por el contrario, el miedo lo genera saber cuál es la mentalidad de los ahora dominantes. Más precisamente hablando, es cuando se pesquisa algo de ese goce del otro – el verdadero, no del supuesto - cuando surge la angoisse, porque ésta es señal de la proximidad de un real referido a una marca [Eindrücke] históricamente material (allende la estructuralidad de la castración, de la que es su evocación traumática por el grado de indefensión en el que vuelve a ubicar al sujeto). El 2001 como momento de crisis o “coyuntura dramática” fechada y situada (histórica) en la que estalla la realidad sociopolítica argentina y con ella la subjetividad, más allá de las defensas fantasmáticas, identificatorias, etc., siempre más o menos eficaces. La ética del psicoanálisis – tal como yo la entiendo - no hace nudo con quienes avanzan en contra de la cultura, de la Democracia verdadera (porque hay la que no es, como la presente del señor Mauricio Macri y “equipo”) y de que el pueblo tenga mayor voz y libertad, queriendo significar con este último vocablo, plausibilidad de articular sueños y proyectos vitales. A los más fieles representantes del sistema cruel - que no configuran ningún Otro completo, vale aclarar - pero que sí sostienen una dirección cuyas consecuencias en carne propia son sabidas, no puede considerárselos amigos del psicoanálisis.

Tiempos de forclusión, de degradación, de mortificación, de desarraigo, donde el entramado social se desteje. He allí las consecuencias de un capitalismo neoliberal salvaje y articulado a un anarquismo-financiero. Si “el inconsciente es la política”, la existencia neoliberal, tecnocrática y capitalista tiende a su abolición (de ambos). En este punto preguntamos: ¿siendo, a su vez, esta degradación de la Política el intento omnipotente de arrasar con lo político? Así como la ciencia se divorcia de la filosofía, lanzándose a un proyecto de realización meramente técnico (“tiempos de penuria” diría Hölderlin; “tiempo indigente” agrega Heidegger), la política contemporánea – especialmente la más ligada a los gobiernos que sintonizan en su posición con las características de la época – pareciera ir en la búsqueda de una clausura en la relación con «lo político». Como dice Byung-Chul Han:

“La política es una acción estratégica. Y, por esta razón, es propia de ella una esfera secreta. Una transparencia total la paraliza. (…) Sólo la política como teocracia se las arregla sin secretos. Aquí la acción política cede a la mera escenificación.”

Podríamos decir que si inconsciente es la política, el núcleo real no-transparente de la misma debe pensarse como «lo político» que, al igual que al objeto a lacaniano, representa aquello que está más allá del DISCURSO DEL AMO en tanto vacío indomeñable, no-lugar a resguardar frente a cualquier índole de nominalismo o – lo que es lo mismo – de Totalitarismo, por ser el resto motorizante del sujeto del deseo. Regresando a Han:

“[En la sociedad de la transparencia] La política cede el paso a la administración de necesidades sociales, que deja intacto el marco de relaciones socioeconómicas ya existentes y se afinca allí. (…) Por eso, la sociedad de la transparencia va de la mano de las pospolítica. Sólo es por entero transparente el espacio despolitizado. La política sin referencia degenera, convirtiéndose en referéndum.”      

Decir capitalismo gore es situar la utilización que del a se hace en el marco de este discurso. No precisamente en términos deseantes, motorizantes si no, más bien, en la vía de ese goce que mejor NO. Lo obsceno, lo impúdico, lo porno, lo “posprivado” e íntimo en su vertiente de exhibición, exposición, fetichización. El cuerpo en su versión fantasmática y renegatoria de la diferencia sexual, como partes mutiladas, parciales destinadas a tapar la castración en tanto real, como falta de un significante en el campo del Otro.  


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El discurso psicoanalítico relanza la tragedia de la «exsistencia», acotando el goce de lo hiper-representable, clasificatorio, objetivante. Época de la psicotización generalizada en el sentido de una nominación pretendidamente totalizante. La tecnocracia, la psicofarmacologización indefinida, el aplicacionismo de manuales factura DSM y de tratamientos al modo TCC (más de la última “C” que de la primera), sitúan una escena cuya característica principal es la ausencia de tiempo para el despliegue del deseo, que se escribe así: S (Ⱥ) porque implica soportar que las respuestas anticipadas velan esta ausencia de respuesta radical. El deseo es un Che vuoi? que me retorna como un: ¿Qué quiero? Esto apunta directo a la responsabilización subjetiva por el estar-aquí, en tanto me conmina a tomar una posición. Así opera, por lo demás, el pensamiento crítico en tanto tal.

Este libro es una toma de partido. Por el contenido pero también por el hecho de la publicación en este momento del país donde ha vuelta a tomar el poder la derecha neoliberal. Hay que celebrar la vida, salir, conectar, compartir, intercambiar, poner el cuerpo, comunicar, transmitir, subvertir. Demostrar que el ejercicio del pensamiento crítico está vivo. Pensamiento crítico y existencia desasida, van de la mano. Los medios masivos de comunicación han demostrado una vez más su profunda incidencia en el corpus social, inclinando la balanza a su favor posibilitando la llegada al poder de un personaje inigualable, a quien se subestimó, y respecto del que todavía nos estamos preguntando cómo llega a ser presidente alguien tan cuestionado y cuestionable. Por algo se ha dicho de la prensa que es, acertadamente, un “cuarto poder.” Y que, “a los boludos no se los ve venir”. Cuestionando ambos dichos, diremos que la prensa, hoy en día y en nuestro país, ha escalado en el ranking de los poderes y que, a este supuesto boludo, lo vimos venir, pero no hicimos lo suficiente para evitar su llegada: lo subestimamos.


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Espero que lo que diga en este punto no ofenda a nadie. En lo personal, mi experiencia universitaria no ha sido mala, lo que tampoco significa que haya sido buena. Obviamente, esto depende de las condiciones en las cuales se desarrolla dicha labor (la de docente universitario). Elegí ser ayudante de una materia anual de la Facultad de Psicología de la UBA, en calidad de ad honorem, durante cinco años, como un modo de persistir en mi capacitación profesional y como una manera de sostener el lazo social con otr@s que comparten la propia causa (o hacen semblante de…). Ha habido encuentros interesantísimos, más que nada, con el alumnado , ese espíritu joven de ávidos e interesados en conocer más sobre la propia posición con relación a los temas del psicoanálisis (pero no sólo, obviamente, porque el Psicoanálisis no es TODO, además de ser no-todo). En cuanto a mis colegas, rescato los intercambios teóricos, las conversaciones clínicas, el poder pensar diferente y que se respete, el interés de muchos por la producción personal y por aportar a - o tomar algo de - la misma.

Sin embargo, lamentablemente en muchos otros casos ha primado el narcisismo y los prejuicios de saber, además de una supeditación casi-militar a la estructura jerárquica, verticalista y piramidal de la organización académica. Se registra mucha burocracia y mecanización de conductas. Humores densos o sardónicos (superyó), poca reflexividad, diálogo, tiempo y espacio para la escucha de lo que insiste y que como analistas sabemos que vale la pena tener en cuenta. En definitiva, lo que acaece en toda institución humana, aunque sinceramente duele ver que suceda lo mismo en quienes tenemos (en mi caso: teníamos) la profunda responsabilidad de formar nuevos agentes psi, se dediquen ulteriormente a la clínica o no. Cuesta correrse de la letra admitida, del sentido coagulado y supuesto a la cita. Eso lleva, por otro lado, a la queja y, como decía antes, a cierto manejo burocrático. Muchos carecen notablemente de la capacidad de generar una genuina transferencia de trabajo lo que torna a las reuniones (o a las clases) un mero juntarse a mirarse los rostros, sin productividad (“plus”) alguna o, peor, con déficit – porque nunca es gratis poner el cuerpo. Se confunde no responder al mandato de tener que hacer, con directa, lisa y llanamente desentenderse de la responsabilidad de brindar una orientación. ¿Nos dormimos en los laureles del Sujeto Supuesto Saber? O también nos vanagloriamos yoicamente en las cúspides del saber “expuesto”, ese que hay que detentar cada tanto, para ubicar a los desubicados, para normalizar a los anormales.

Registro una fuerte mortificación en colegas que, autodefiniéndose como psicoanalistas, aún siguen creyendo en esa idea de “profesión”, desconsiderando que la nuestra – quiero decir, la del psicoanálisis – es una práctica más bien con estructura de discurso, es decir, que postula un modo de lazo social atravesado por una ética singular, que no cesa de no escribirse en los manuales y/o códigos habituales definidos por los Colegios, las Escuelas, Superintendencias, Foros, Cátedras, Facultades, Secretarías, Ministerios y demás... El psicoanálisis se lleva a las patadas con la Universidad.

Porque la praxis analítica conlleva un despeje para con toda esa batuta administrativo-burocrática situándose en su esencia una posición que antepone la falta al famoso “es lo que hay” juvenil y epocal. No entiende de “chapas”, de linajes ni de acomodos (que, aún en nuestro campo, los hay). El psicoanálisis es un movimiento sostenido por el deseo, la apuesta, la implicancia, por la jugada que cada cual hace en función de la aseveración radical de que no existe el Otro del Otro. «Pensar críticamente» – al igual que analizarse -, lejos de suponer una cotidianeidad caótica de diatribas endiabladas y de cáusticas imprecaciones, de peleas, disputas, discusiones sin sentido o confrontaciones estériles (versión imaginaria de lo que representa el PC), es más bien un puente que conduce a una calidad de vida sobradamente disímil. Obviamente, no es para cualquiera. Pero sí vale la pena invitar a descubrir este camino Øtro. Porque en algún lado está. O, mejor dicho: está tan ausente de cualquier lado, que puede estar en alguna parte pero a condición de que una subjetividad se haga cargo de su invención (ambos genitivos).

Buenos Aires, febrero de 2018

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