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¿La derecha lacaniana?



“En cuanto al intento de pensar a Lacan como un pensador de izquierdas, estaríamos ante un ejercicio vano. Sobran razones a lo largo de su enseñanza que desmienten esa posición. Pero esto no lo vuelve un pensador de Derecha. En nuestra posición, lo consideramos uno de los pensadores más decisivos para dar cuenta de los impasses de la izquierda.”
(Jorge Alemán, Soledad: Común. Políticas en Lacan).
En el presente trabajo, me abocaré a reflexionar respecto del eje temático convocante. No obstante, lo que sigue no pretenderá ser un recorrido descriptivo sobre el ´estado del arte´ en la materia, sino un aporte, desde un qué-decir que introduzca algunos interrogantes en lo ya dicho además de extraer consecuencias a partir de ese mismo material.

La subjetividad neoliberal. La evolución del colonialismo
“Bajo el hechizo del neoliberalismo y la magia de los medios de comunicación que lo promueven, la modernidad y la modernización, junto con la democracia, se venden como un paquete de viaje a la tierra prometida de la felicidad. (…)… cuando la gente no compra el paquete o tiene otras ideas de cómo la economía y la sociedad deben ser organizadas, se va a ver convertida en sujeto/s de todo tipo de violencia directa e indirecta. […] La torcida retórica que naturaliza a la modernidad como un proceso universal, global y punto de llegada oculta su lado oscuro, la reproducción constante de la colonialidad.”
(Walter Mignolo, “Desprendimiento epistemológico, emancipación, liberación, descolonización”).
Que la gente conozca menos a Feinmann, el filósofo argentino, que al periodista homónimo ultra-fascista, es equivalente, desde mi punto de vista, al hecho de que los profesionales de la SALUD MENTAL lean más a J-A. Miller que a Fernando Ulloa. En algún punto (por no decir en todos), es bastante triste que así sea pero, como dicen los jóvenes, es lo que hay. Quizá estas cosas suceden porque no tenemos en cuenta justamente lo contrario: lo que falta. ¿Qué es lo que falta hoy en día tanto a nivel societal así como en el ámbito PSI en particular? Volver a una ética del pensamiento (analítica de la verdad, ontología del presente). Retornar al sujeto, del cual nuevamente tendemos a extraviarnos. Aunque, por fuera de la filosofía, ese camino desemboque en una verdad no-toda dicha y en un ethos singular más que en un imperativo categórico “para todxs”.
En el campo psicoanalítico, habría que salir del enmarañamiento estúpido de unas matemáticas asépticas aplicadas al individuo ya sea bajo la forma de nudos, de trenzas o de estructuras psicopatológicas pensadas como compartimentos estancos y/o etiquetas pronósticas que, como si fuera poco, construyen una clínica temeraria en cuanto al respeto por la singularidad del caso – en toda la complejidad que el mismo implica. Son los ámbitos donde se caldea a fuego lento no sólo el saber universitario, “el conocimiento universalmente válido” (potencialmente colonizador), sino el Saber tal como lo pensamos los analistas, es decir, como sentidos e identificaciones, que provocan mucho síntoma. Que producen y soportan goce fálico, y del que mejor NO.  
Dentro de lo que es el colectivo social, el malestar en la cultura, habría que cuestionar las incidencias de este capitalismo tardío que, hoy por hoy, se manifiesta como autoritario (represor) y neoliberal (anarcofinanzas). Tanto Donald Trump como Mauricio Macri son la patentización de esta época oscura, de tecnocracia, neurociencia, ajustes, muros y despidos a palazos. Son el retorno de algo no elaborado suficientemente (¿Auschwitz? ¿La dictadura cívico-militar argentina que aplicó descaradamente la ESCUELA FRANCESA [¡!]?). Época de la satisfacción solitaria, del “comer y mirar”, del señorito satisfecho alabado por aquellos a los que piensa como una masa servil e ignorante, “populista”. Momento histórico donde parecería estar desaprobado no sólo pensar distinto, sino ya pensar, y punto.
El sentido común mundial está siendo sometido al desfiladero de un discurso Uno que pretende subsumir lo irreductible del Sujeto falta—en-ser a la calamidad de un hombre autístico, por fuera de toda idea de Comunidad, objeto de un lazo social cada vez más empobrecido, rígido, automático, cadavérico, mortificado. Como si el nexo comunitario actual fuese su rechazo mismo. Predominancia de las pasiones del ser: odio, amor e ignorancia. La renegación de lo femenino [¿estaremos en la época en que LA Mujer ha dejado de ser no-toda para pasar a ser toda-no, esto es, aniquilada, destruida, incinerada. Toda-no; sólo un cuerpo a ser gozado, un a que al no causar el deseo por (d)efecto del losange – función paterna de separación -, se torna intrusivo y angustiante]. Pauperización de la palabra como consecuencia de una pretendida infinitización del goce (psicotización epocal). Vivimos en la época donde se cree que IMPOSIBLE es nada y donde predomina el remedio de las religiones – plagadas de fanatismo e hipocresías – no sólo universales sino también privadas [coaching, liderazgo, new age] siempre prestas a orientar la subjetividad hacia algún tipo de Ideal. ¿Cómo se para el análisis frente a esto?
Lo que detentan en común los dos campos que estoy señalando (el “psi” y lo social más abarcador) es que ambos están estructurados – y significados - por el lenguaje Amo de este tiempo histórico. En cada uno de estos espacios se huele o el tufillo del autoritarismo verticalista sostenido en el Otro de turno (que se asemeja bastante al mono de la Horda primitiva) o su formación reactiva, a saber, el Padre muerto pero idolatrado, del que no puede irse más allá. Los expertos de la tecno-ciencia han aparecido también desde años en el mundo del Psicoanálisis bajo la máscara de magísteres, doctores, especialistas... No se meten en política – esa cosa fea y sucia – dado que su objeto de investigación es una cáscara hueca formalizada y, a la vez, puesta en cloroformo. Hablan de “los aparatos de formalización lacaniana” metiendo etiquetas allí donde el maestro prefirió el vacío de emblemas y de nominaciones (aunque no estuvo exento de hacerlo él tampoco). Efectivamente, cada vez hay más aparatos de formalización lacaniana [en el otro sentido]. Se aspira inclusive a ser ese modelo ideal de sabelotodo pseudo-erudito con gran formación académica pero carente de conciencia histórica, de clase social, de ideología, de calle, de barrio, de transporte público. Un psicoanalista cada vez más burgués y neutro al mejor estilo del filósofo que sólo se atiene a contemplar lo que es. Yo insistiría en que es la Razón – no freudiana – la que indirectamente inviste contra el pensar psicoanalítico, que es un pensamiento – ante todo – crítico, intempestivo, irreverente y que, como diría Max Horkheimer, siempre debería colocarse del lado de “las víctimas” (los sujetos). Esa es la historia que merece ser escrita. Pero la lógica-retórica de la modernidad/ colonialidad continúa en acción reproduciendo ciegamente la sujeción imperante acorde a cada etapa. Para el caso, la subjetividad neoliberal, apremiada por las exigencias superyoicas de “autovaloración de sí”, de puro rendimiento individual, de meritocracia estulta con una contrapartida de depresión, de culpabilidad y frustración (daño imaginario) por no alcanzar nunca el pretendido ´éxito existencial´, por no llegar nunca a la consumación mística con el Ser. La frutilla del postre patética – de pathos puesto que causa dolor ser testigo -, es ver al excluido, al postergado animando el festival de su propia ruina.

Una salida
¿Existe alguna alternativa al modo de vida actual o el capitalismo financiero, liberal y neofacho ha agotado todas las posibilidades de ex-sistencia? Jorge nos invita - como tantos otros que al igual que a él no les interesa ni la chapa, ni el prestigio, ni la fama, ni el marketing, ni lo mediático; en definitiva, que no buscan ser demandados por el caretaje (por cierto, algo muy diferente de causar el deseo del Otro)-, a pensar esa posibilidad. Su recurso, dada su formación académica, e histórica (de vida), fue heurísticamente realizar una junción entre lo psicoanalítico y lo político demostrando – a esta altura, de manera muy seria – que pueden extraerse (y hasta es necesario) corolarios de semejante entrecruzamiento. El psicoanálisis aporta luces claras a las lagunas de los pensadores políticos del siglo pasado y cuestiona a quienes bajan línea hoy no sin justipreciar los grandes hallazgos en esta materia (por ejemplo, el trabajo de Laclau o de Badiou). Por su lado, lo político resitúa al psicoanalista en su condición de sujeto histórico, contextuado, ciudadano y sobre todas las cosas –vaya paradoja - ¡neurótico! Por eso los analistas no quieren verse en tal espejo y no quieren ver tampoco la castración de sus “maestros”, líderes abiertamente neoliberales, macristas o republicanos.
Ahora bien, así como es un error grotesco interpretar que Alemán buscó generar un movimiento de izquierdas de condición “lacaniana” [¿qué demonios sería eso, por lo demás?], tampoco vamos aquí a poner en jaque los ideales del sujeto-analista puesto que cada uno es libre de pensar y de votar acorde a su preferencia e historia. Lo que no es admisible es la recusación del PSICOANÁLISIS como un pensamiento crítico en pos de edificar un nuevo dispositivo de poder y de control, de dominación, un instrumento de adaptación social, de domesticación del animal hablante, una nueva vía de clasificación objetivante amiga de los DSM y de las neurociencias oscurantistas (Foucault fue uno de los primeros en advertir tal peligro). Esos renegadores, no están dentro del psicoanálisis, al menos para mí visión, por más cargo escolar o catedrático, título y/o apellido que detenten (inclusive, como les gusta decir, por más “recorrido” que hayan hecho). Pueden estar muy familiarizados a nivel de los enunciados psicoanalíticos o ser reconocidos por las voces autorizadas del campo, pero es dudosa la factura, la raigambre, la procedencia de su enunciación.
Fanfarrones egocéntricos hay en todas las disciplinas y en todos los ámbitos humanos. Son los primeros en tildar al otro de “soberbio” o “narcisista” y están siempre dispuestos a poner en falta al Otro (¡como si el Otro no lo estuviera por estructura!), ya sea ´bajándosela´ al alumno que habla mucho en clase y opaca su ego o ninguneando al colega que ensombrece mi paper en la Jornada de la Escuela o en el Congreso de Psiquiatría. Es pedirles peras al olmo que en la nuestra, todo sea una cosa armoniosa y maravillosa. Pero hay que trazar un límite, marcar una línea divisoria (la misma escarpadura que hiende al sujeto del deseo y que es justamente la marca de esa su condición). Se trata de poder decir que no. No al tratamiento tipificado de “LA sesión lacaniosa”, no a los modelos instituidos de formación psicoanalítica (grado, posgrado, residencias, concurrencias, etc.), no a la difusión consumista de publicaciones refritadas, de cursos vanguardistas, de seminarios en Ego propio (diferente del nombre) o de talleres de iniciación en la práctica que buscan operar como Garantía-de y que adormecen al sujeto con estribillos gastados ya-masticados-por-el-Otro. No al colonialismo mental ni a la aceptación acrítica de fórmulas fetichizadas impartida por supuestos portadores de un SABER ABSOLUTO, que creen que haber atravesado el fantasma es sentirse lo bastante fuerte como para poder decirle al otro especular: “me voy a un all inclusive en Centroamérica”. Sí, les falta agregar; “Y vos no”. En fin…
En definitiva, si la ficción operativa y retórica de una izquierda lacaniana es una construcción que debe ser matizada, interpelada, deconstruida, etcétera, ¿lo es menos la imperante – e inoperante - ficción de los ´dueños del Pabellón´ del Psicoanálisis Oficial, plagado de juristas y comisarios, derecha lacaniana que vino a sustituir a la IPA (y a la APA), que está mucho más generalizada que cualquier pensamiento progresista además de ser dominante, imperativa, eficaz y – sobre todas las cosas - inconsciente? Decir que este último es la política, también implica reconocer que el poder opera desde allí.

BIBLIOGRAFÍA:
Alemán, J.: Soledad: Común. Políticas en Lacan. Ed Capital intelectual, Buenos Aires, 2012.
Alemán, J.: Horizontes neoliberales en la subjetividad. Buenos Aires, Grama ed., 2016.
Feinmann, J. P.; La condición argentina. Planeta Ed., Ciudad Autómata de Buenos Aires, 2017.
Mignolo, W.: Desobediencia epistémica. Lógica de la colonialidad, retórica de la modernidad y gramática de la descononialidad. Ed. Del Siglo, Buenos Aires, 2014.

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